BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 123
En la Revista de Dialectolog?a y Tradiciones Populares del
Consejo Superior de Investigacios Cient?ficas, de Madrid, pode
mos ver frecuentemente relaciones muy extensas de los distintos
nombres de ciertos mam?feros, aves e insectos, o nombres de
diferentes plantas y objetos diversos en algunas comarcas de
distintas provincias de Espa?a. Galicia no puede ser una excep
ci?n, afortunadamente, porque esto representa una riqueza l?
xica no despreciable.
Por esto, si cogemos los libros de Curros Enr?quez y Lamas
Carvajal (de diferentes lugares de Orense), los de Cabanillas y
Amado Carballo (de distintas comarcas de Pontevedra), los de
Rodr?guez L?pez y Leir?s Pulpeiro (de diversas zonas de Lugo),
o los de A??n y Rosal?a de Castro o los de L?pez Abente (de
varios puntos de La Coru?a), etc., observaremos que .todos ellos
escriben y usan una lengua perfectamente comprensible. Puede
haber algunos sustantivos que var?en o alguna forma verbal en
algo diferente; pero en la esencia, en la base, la lengua por ellos
empleada es siempre la misma y ?nica.
Y no obstante, en la escritura nuestros literatos difer?ncianse
m?s que el pueblo en sus expresiones, en sus conceptos. Es l?gico;
cada poeta, cada novelista, emplea las voces, los vocablos, que
condicen mejor con sus caracter?sticas de sentimiento, de idea,
de arte, para el efecto que desea lograr, o simplemente las que
m?s aplacen a su esp?ritu. No hay que olvidar que la literatura
es un arte, y en el arte un escritor no ha de atenerse a usar las
pocas palabras que bastan para la vida corriente y vulgar. Tie
nen, pues, que seleccionar y cribar, algunas veces que airear
expresiones empleadas en antiguos c?dices o documentos, bien
caracter?sticas y puras, de las cuales es preciso echar mano en
caso preciso mejor que acudir a vocablos ajenos. Como todo
aquel que teniendo guardados sus ahorros, recurre a ellos en
caso necesario s?n tener que ir a pedir ayuda a los prestamistas.
Si, como hemos visto, existen y se conservan algunos inte
resantes libros escritos en nuestra lengua vern?cula, y adem?s
de libros, cientos, o como dec?a fray Mart?n Sarmiento, "carros
de instrumentos gallegos, con los cuales, y con la lengua que se
habla", se pueden formar "diccionarios", a?n cuando algunos
crean err?neamente que en su mayor?a son arcaicas las palabras
que aqu?llos contienen y pueden considerarse congeladas por