BOLET?N DE LA REAL %ACADEMIA GALLEGA 161
Francisca Herrera hab?a sido elegida numeraria en sesi?n
celebrada por.la.Acadernia en 4 de inarzo'de 1945, en la va
cante producida por fallecimiento del notable poeta y escri
tor: Lisardo R. Barreiro. Un poeta de grandes vuelos y sen
tida vena l?rica ven?a a sustituir a otro de estro robust?simo,
con matices de delicado sentimiento.
:Humild?sima, sin vanidad, como corresponde a las almas
exquisitas de aut?ntico valer, Francisca 'Herrera vi? pasar sus
largos y apacibles d?as sin aparatosidades y sin exhibiciones,
y as?, en esta l?nea constante le sorprendi? la muerte. En
este tono discret?simo que fu? su norma ?lo que no impidi?
por cierto que su nombre fuese conocido en todas las partes
del mundo en donde alienta un esp?ritu galaico? fu? dando
pregnados de la dulce melancol?a de la raza; versos en los
quealguien quiso ver, dentro del peculiar estilo de Francisca
Herrera, cierta semejanza : con los de la inmortal cantora
del Sar.;
Como novelista alcanz? tambi?n notable notoriedad. Pu
blic? algunas novelas que obtuvieron relevante ?xito. ?Pero
su obra maestra ?al decir del ilustre cr?tico Couceiro Frei
jomil? es la novela N?veda (Coru?a, 1920), historia de una
doble seducci?n, desde luego sin perversidades a la moda ni
complicadas psicolog?as, en cuyo relato, fresco y fragante
palpita en bastantes ocasiones la vida id?lica ele la Galicia
aldeana? .
Para su recepci?n como numeraria, Francisca Herrera
hab?a compuesto un bello y documentado discurso sobre Ro
sal?a de Castro, y, por encargo de la Academia, el distinguido
mmnerario de la misma, don Antonio Couceiro, hab?a hecho
ya la contestaci?n. Ambas piezas custodi?nse en nuestro
Archivo. ? ;
A la invencible modestia de Francisca Herrera le aterra
ba pensar en el acto de s1 recepci?n. Vacilaba en fijar la
fecha. Los constantes y amables requerimientos de la Pre
sidencia los recib?a con sobresalto. Por fin se decidi? y,
cuando se dispon?a a hacerlo, se fu? a la eternidad sin tomar
posesi?n de su sill?n acad?mico.
?Que Dios la haya acogido en su seno!
JUAN NAVA.
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