432 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
tica, pero bajo el instituto 'benedictino. Su paso al C?ster se
realiz? en 1162, seg?n lo acredita la cronolog?a de los monas
terios, y hasta se se?ala la fecha exacta probable, el 30 de julio.
A San Ero se debe la construcci?n, mejor dicho, la coloca
ci?n de la primera piedra del magn?fico templo monasterial que
hoy podemos admirar. Se iniciaron las obras en 1168, en 15 de
mayo y finalizaron en marzo de 1212, seg?n lo atestiguan las
correspondientes l?pidas conservadas en los sillares del mismo.
Pero lo que m?s enaltece su memoria ?dejando a un lado la
leyenda del paj arillo que no creemos tenga fundamento hist?
rico? es la fama de sus virtudes por aclamarle santo la voz
popular. Porque aun cuando la Iglesia nunca se pronunci? en
su favor ni le coloc? en el cat?logo de los santos ?pues tam
poco se introdujo nunca el proceso de beatificaci?n?, no obs
tante el pueblo, los monjes y la tradici?n le canoniz? desde el
primer momento. La 'multitud de milagros obrados en vida y
despu?s de la muerte, merecieron esa aclamaci?n popular. La
mayor prueba de ello la tenemos en la concurrencia constante
de gentes al monasterio, sobre todo el 30 de agosto, fiesta del
santo. Los monjes le llamaron siempre "nuestro Padre San
Ero", "el bendito San Ero" o "San Ero" a secas. Los autores
cistercienses han recogido su memoria en los distintos santo
rales, pero es triste que por m?s que se haya intentado no se
ha logrado localizar el lugar de su sepulcro.
Armenteira se uni? a la reforma espa?ola de Mart?n de
Vargas no en 1536 ?como vienen insistiendo algunos historia
dores?, sino en 1523 de hecho, y de una manera indubitable
e indiscutible en 1528, al morir el ?ltimo abad comendatario
Fr. Gonzalo de Saavedra. La labor primordial de los abades de
la nueva observancia se centr? principalmente en poner en
orden todo cuanto en los a?os precedentes hab?a sufrido me
noscabo, bien por incuria de los tiempos, bien por la negligen
cia de los abades o el poco inter?s de los monjes. Fue preciso
rehacer todo desde sus cimientos, pues la hacienda estaba Poco
menos que perdida, la observancia olvidada y los edificios ame
nazando ruina.
Vi?ndonos en la precisi?n de sintetizar, diremos que "el hu
rac?n revolucionario de 1835 descarg? su furia sobre las cosas
piadosas y contra todo aquello que significara no s?lo Religi?n'
sino Ciencia y Arte. En la ?poca de la supresi?n de los Monasi