$oletfn de la Real ,tcademia Galleg? 165
Dcsdc los primeros momentos (le .cautivcrio supo Fr. Teodor?
captarse las simpat??s do los proleslantes holandeses, quo lanto
odiaban cl tiombre espa?ol, con la dulzura y amabilidad do su
Erato y con el' atractivo de su extraordinaria vlrtu(1; y al llegar 1i
Batavia se gane ta?inbi?n con su exquisita pr(ulencia el ?n?mo del
Gobernador, que era hombre bueno y goneroso, consiguiendo
desde lu?go la`m?s completa libertad de acci?n para ejercer el mi
nistcrio ` apost?lico entre los cat?licos dc aquella ciudad y para
evangelizar a los inficics que poblaban la isla. Aprovech?ndose de
esta libertad emprcndi? inmediatamente con el mds ardoroso cclo
una nueva cainpa?la de glorioso apostolado, llegando a cosechar
?pimos y abundantes frutos en los pocos meses quo all? permaneci?.
A Ian generosa concesi?n sigui?se antes de un mes y sin, interven
cioncs diplom?ticas, por sola la mediaci?n de, Fr,. Teodoro, la li
bertad, sin rescate ni compensaci?n de ning?n g?nero, de todos sus
compa?eros de infortunio; ; y bajo la protecci?n y con la ayuda de
costa del mismo Gobernador, pudo trasladarse con ellos en el mes
de Febrero siguiente a la ciudad 'de Macasar, en la isla de ' Celebes,.
donde prosigui? con el mismo ardor y buen exito su obra de pro
paganda de la religi?n cristiana.
Aterito siempre `Fr.` Teodoro a procurar de mil marieras el
bienestar de sus pr?j?mos, sit actividad ? no reconoc?a l?mites, ya
haciendo colectas entre los mismos protestantes lolandeses (q??
nada se atrev?an a "negar'a q?ien tail ganad?s'les "ten?a los'corazo
nes) para ?liviar la situaci?n precaria de s?s"comp???ros de des
tierro, ya empleando su : solicitud verdaderamente . paternal en
asistir y , proporcionar consuelo a los enfermos: Compadecido de
las penalidades de otros :c?t?licos cautivos que all? ?ricontr?, no
tuvo descanso `:hasta quo consigui? su libertad para llevarlos con
sigo a Manila ylibrarlos de este modo del,inminente peligro de
apostasia en que se hallaban entre , los herejes; encarg?ndose , de
sustentarlos desde entonces, aun a costa de su propio alimento y
del de sus compa?eros de misi?n que gustosos compartfan con ?l
todo g?nero de privaciones a cambio de mejorar la situaci?n f?si
ca y moral de aquellos infelices. Y no par? aqu? su encendida ca
ridad de grande ap?stol de la F?, pues hizo el mismo beneficio a
unos pobr?s mahometanos, a q?ienes procur?ba atraer por todos
los medios al conocimiento de la verdadera'religi?n.
Por'fin, el ilia 19 de Junio del ??o 1649 aportaron tod?s feliz
mente ? las playas de Manila. A partir de esta fecha ejerci? nuestro
insigne misionero el ministerio sacerdotal y apost?lico, primera