$oleltn de la Real Academia Gallega 145
monumentos, las instituciones y las costumbres, la historia y:la tradici?n
del pa?s gallego, jam?s ser? posible remontarse al origen de muchos, y
muy importantes caracteres del orden social, literario y art?stico. de los
dos grandes pueblos hermanos de la Pen?nsula.
El solo descubrimiento del sepulcro de Santiago a principios del
siglo Ix, y las consecuencias a que di? lugar en Galicia, bastan para
ejercitar la paciente laboriosidad de diligentes investigadores y adjudicar
el privilegio de una participaci?n mayor que la de la generalidad de las
dem?s regiones en que hist?ricamente estuvo dividido el territorio espa
?ol, en la cultura general de ambos pa?ses.
Porque no es posible atribuir a ninguna otra causa que las c?lebres
peregrinaciones a Compostela, a cuyo paso ?como dice un moderno
escritor? abri?ronse camino en Espa?a, en Francia, en Italia, en toda
Europa; cruz?ronse de puentes las barrancos y los r?os; alz?ronse hospi
cios y monasterios en los p?ramos, en los puertos y otros lugares habi
tados antes por fieras y salteadores; y se organizaron milicias de h?roes
y de santos... el vuelo del genio regional, independiente y libre de las
trabas que lo aprisionaron m?s tarde, representado por la bas?lica famo
sa, superior a las m?s insignes de su ?poca y vivo reflejo de un estado
de florecimiento y progreso de las artes, las letras y las industrias loca
les como no lo hab?a alcanzado hasta entonces, ni lo alcanz? todav?a en
mucho tiempo regi?n alguna de Espa?a, sin exceptuar las que, m?s dig
nas o m?s dichosas que la nuestra, hab?an de llegar alg?n d?a, en el
apogeo de su fortuna, a pretender excluirnos del mapa de los dominios
de' la Civilizaci?n de Europa.
Felizmente nos queda todav?a el recuerdo indeleble de aquella ?po
ca venturosa de prosperidad interior y general desarrollo de las activida.
des locales, cuyos efectos, lejos de circunscribirse a los confines del pue
blo que las vigoriz? con su aliento, se extendieron a las cortes de
Castilla y Portugal, por medio de los peregrinos, a su regreso de Galicia,
que tuvo la gloria de haberse anticipado a las restantes fracciones de la
gran unidad pol?tica, constituida bajo el cetro de los Reyes Cat?licos,
en la formaci?n de la m?s antigua lengua romance de la Pen?nsula (I),
(1) Autoridad tan poco sospechosa en la materia como el autor de la His
toria de la Literatura espa?ola, no puede menos de reconocer que es. probable
?dice?que de los dialectos castellano y gallego, el septentrional fu? el m?s an
tiguo, aunque el meridional fu? el m?s afortunado y obtuvo el triunfo (Ticknor,
t. I, cap. nr); presunci?n mucho menos que infundada, y que adquiere car?cter
de verdadera certeza en el estudio de los antiguos documentos locales, en los
que, abstracci?n hecha de la traducci?n gallega de los Di?logos de San Glrego
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