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ljoletin de la Real Academia Gallega 143
sana de los estados de Castilla de los siglos XIII y xtv, aquella en que
D. Alfonso el Sabio escribi? sus inmortales Cantigas en loor de Santa ,
Maria y en la que cualesquier Decidores ? Trovadores destas partes,
agora fuesen castellanos, andaluces ? de la Estremadura, todas sus obras
compon?an... seg?n las palabras, tantas veces repetidas, del Marqu?s de
Santillana, en su famoso Proemio dirigido al Condestable de Portugal,
vive en completa anarqu?a, y tarda en desplegar todas sus bellezas y
sus encantos nativos, por falta de direcci?n y de cultivo.
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Y, por ?ltimo, no tienen cuento los puntos obscuros o dudosos de
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los anales de Galicia de Ios siglos medios, y aun de los posteriores, a
que no hemos prestado todav?a la atenci?n que ,merece su importancia
y que los historiadores gallegos han prodigado repetidamente en aras de
Ft los progresos de la Historia general de Espa?a, como el coru??s Cavani
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lles, o de las investigaciones de car?cter local de otras provincias, a las
que asoci? su nombre ilustre el inolvidable Comide.
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El amor que profeso a la tierra de nuestra cuna no me impide reco
nocer, aunque con dolor profundo, que no es este el caso com?n a la
mayor?a de los pueblos de las condiciones del nuestro, 'en general incli
nados y dispuestos siempre a preferir a toda otra clase de trabajos de
d erudici?n y de cr?tica los que tienen por objeto el adelanto de sus anti=
g?edades, la exposici?n de sus glorias, la pompa y lozan?a de sus lenguas,
los tesoros de sus letras o su grado de participaci?n en la obra eterna de .
la universal cultura.
Galicia, por el contrario, no demuestra ni ha demostrado nunca,
por los estudios del pasado, esa predilecci?n, natural entre los hombres,
que ha contribuido en todas partes a enriquecer con incesantes y precia
das conquistas el acervo com?n de los anales de la civilizaci?n y del
progreso humano.
Efecto, en cierto modo, del aislamiento y la incomunicaci?n social
en que hemos vivido siempre, hasta alcanzar el actual desarrollo dedos
grandes medios de aproximaci?n de la vida moderna, parece como que
influye todav?a en nosotros el esp?ritu de la falsa limitaci?n del sujeto
hist?rico que preside en los historiadores de Grecia y Roma y se exten
di? hasta los de d?as muy posteriores a los suyos, encarnado en la tra
dici?n y sostenido por la acci?n persistente, y favorable a su perpetuidad, ,
de las peculiaridades locales.
Pero, de cualquier manera que sea, no se puede perder de vista que
estamos muy lejos de las causas que determinaron aquella direcci?n del
pensamiento y tuvieron su justificaci?n en circunstancias muy distintas .
de las del estado actual de las naciones.
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