DOLET?N DE LA . REAL ACADEMIA GALLEGA 93
moraba el primer, centenario del nacimiento del patriarca
(1933), a?o en que se descubri? un busto a su memoria en r ~
con: la chistera, cl?sica en ?l; encerrado en todo tiempo en el oscuro gab?n
que le llegaba hasta m?s abajo de las rodillas; con su perilla entre zorri
llesca y militar de mediado del pasado siglo. As? lo recordamos, ` .
Cuando los gallegos de la Habana, a iniciativa de aquel patriota y mo
desto dibujante lit?grafo ferrolano que se llam? don Jos? Fontenla Leal,' fun
daran la Asociaci?n Iniciadora y Protectora de la Real Academia Gallega, fu?
deseo de Curros Enr?quez, uno de los' principales propulsores de la Acade
mia, el que se nombrase bibliotecario de la misma a don Galo Salinas y
Rodr?guez, entusiasta propulsor dedos valores de Galicia. As? se hizo, pero
tan pronto don Galo tuvo que ausentarse de La Coru?a para desempe?ar el ? ,
cargo de canciller de la Embajada del Uruguay en Madrid, cargo al que
hab?a sido exaltado por el presidente a la saz?n de aquella rep?blica, de ,
quien Salinas fuera maestro de primeras letras, se honr? a don C?sar .
Vaamonde nombr?ndole archiverobibliotecario de nuestra Academia por in
dicaci?n de Murgu?a. Con esto creci? m?s, si cabe, la compenetraci?n de
Murgu?a con Vaamonde, que no habr?a de truncarse m?s que can la muer
te de aqu?l.
Vaamonde sent?a verdadera devoci?n por Murgu?a. Nosotros, que so
mostestigos de mayor excepci?n, conocemos cuantas pruebas de lealtad di?
don C?sar al patriarca y c?mo era correspondido por ?ste el afecto que `
Vaamonde le profesaba. S?lo el que es leal comprende que se pueda ser
leal can ?l. Ese fu? el caso de Murgu?a para con don C?sar. Hay quien lo es
tima de otro modo y as? resulta de ello. No se pretenda, por tanto, ser fr?
volo y 'esperar fidelidad canina.
Nadie m?s autorizado, pues, para hacer la biograf?a de patriarca que
don C?sar Vaamonde. No s?lo'ten?a cabal conocimiento de casi toda la vida
literaria de Murgu?a, sino que, adem?s, hab?a calado profundamente en su
alma. Conoc?a multitud de rasgos que hacen m?s humana la figura de aquel
maestro. Como de ellos nos hizo part?cipes, habr? alg?n d?a que darlas a
la estampa. ? L?stima que esa biograf?a del patriarca no fuese publicada
por ?l!
Don C?sar Vaamonde pose?a un alto entendimiento;, su preparaci?n so
lid?sima le permiti? realizar con ?xito cuantos trabajos hubo de acometer,
aun los m?s diversos. Admira su ? profunda honradez y su m?todo depurado.
Como los mejores testimonios para calibrar la labor de un hombre son sus
obras, las de don C?sar hablan por s? solas de su categor?a intelectual.
Una enfermedad =padecida en los a?os de su juventud impidi? a don C?
sar emprender sus estudios militares cuando ya hab?a 'ingresado en la Aca
demia de Infanter?a de Toledo. Vaamonde vi? as? frustrada su vocaci?n cas
trense, que ven?a de muy atr?s en su estirpe. llepuesto,y terminada la ca
rrera de piloto que emprendiera tambi?n por tradici?n familiar, volvi? a
ser v?ctima de la misma dolencia, lo que lo impidi? embarcarse. As? se pudo
librar de una muerte cierta a bordo del Cabo Machichaco, a donde iba des