92 BOLET?N DE LA REAL ? ACADEMIA GALLEGA
Sin embargo deestas digresiones que nos permitimos ha
cer para. justificar la condici?n de poeta 'que el patriarca po
se?a, es lo cierto que ?l en sus a?os mozos puls? la lira con
singular acierto.
El primero que estudi? a `Murgu?a bajo este aspecto fu?
el inolviflable escritor don 'Jos? Garc?a Acu?a (1) . Luego lo ;?
hizo nuestro buen amigo; Dionisio Gamallo Fierros, el inte
ligente cr?tico literario, en una conferencia que pronunci? en
la Reuni?n Recreativa e' Instructiva de Artesanos, de La Co
ru?a, hace alg?n tiempo, y, recientemente, don Manuel Ca
* s?s Fern?ndez, en su libro P?ginas de Galicia.
Quien sugiri? al se?or Garc?a Acu?a tal estudio fu? don
C?sar Vaamonde Lores, nuestro inolvidable maestro y de
voto de Murgu?a (2). Sucedi? esto en el ario que se conme
' ? (1) DOLETIN DE LA ACADEMIA GALLEGA, n?m. 248, a?o XXVIII, tomo. XXI.
Coru?a, 17 mayo de 1933.
(2) Don C?sar Vaamonde Lores conoci? a Murgu?a cuando ?ste vino' a
La Coru?a trasladado de Santiago el a?o 1894 como jefe del Archivo de la
Delegaci?n de Hacienda. En Santiago desempe?aba el cargo de biblioteca
rio de la Universidad. "?sta habr?a' de ser la ?ltima etapa de Murgu?a como
archivero del Estado y quedar?a Sia afincado definitivamente en esta ciudad.
El traslado se debi? a cierta intri;a tejida contra ?l. Enun principio se le
destin? a Gerona, pero al fin pudo conseguirse quedase sin efecto y se le
enviase a La Colru?a. Don Manuel Cas?s en su libro P?ginas de Galicia,
relata con todo detalle este sucedido. Don C?sar Vaamonde y su hermano
don Florencio, el excelente poeta que verti? al gallego las ?Odas? de Ana
creo(nte, estaban empleados en la propia Delegaci?n. Don Florencio present?
a su hermano al patriarca, porque ?l ya lo conoc?a: era uno de los . m?s
calificados elementos regionalistas coru?eses y estaba en contacto directo
con Murgu?a.
Don C?sar Vaamonde, que ten?a un amor intenso por su pa?s 'y ya hab?a
realizado algunos estudios acerca del mismo, aunque por entonces in?ditos,
intim? r?pidamente con el patriarca. Desde entonces fu? ''su compa?ero in
separable y el m?s fiel confidente que Murgu?a tuvo en su larga existencia.
Quienes conocieron a Murgu?a en La Coru?a desde su llegada de Santiago
hasta que falleci? en 2 de febrero do 1923 no podr?n olvidar la constante
compa??a que Vaamonde le hizo. Siempre se les ve?a juntos rodeados de dos
o tres amigos que le veneraban, con los cuales hac?a tribuna en la acera del
Cant?n Grande, departiendo en ?ntimo y docto coloquio. Aun recordamos su
estampa: diminuto de talla, recio de cuerpo, arrogante de presencia, a pesar
de sus a?os; erguida la bien conformada cabeza, como si ?sta se sintiese or
gullosa de ser el relicario donde se guardaba nuestro m?s luminoso cere
bro de esta ?poca; penetrante la mirada, toda viveza; tocado invariablemente