jolel?n de la Real Academia Gallega 203
piedad 6 al arrepentimiento del privado Andrade, qui?n traslad? ?
Montefaro los Terceros que se albergaban en el casi inaccesible monte
de Chanteiro.
Seg?n la correspondiente inscripci?n colocada en la puerta del tem
plo consagrado ? Santa Catalina, consta erigido en 1392. A los pocos
a?os, el fundador cedi? ? la comunidad franciscana, el puerto, villa y
jurisdicci?n de Nlugardos, con todas sus grandes regal?as; y posterior
mente, continue, otorg?ndole otros bienes, eon cuyas rentas, seg?n las
cr?nicas, sol?an alimentarse con tod? comodidad treinta religiosos.
Estos ten?an la obligaci?n de desempefiar fundaci?n de misas en me
moria de Fern?n P?rez; y en una capilla que se alzaba en el antiguo
puente de la villa de Puentedeume, el servicio de un hospital de pere
grinos, que agregado ? dicha capilla exist?a, para cuyos gastos le cedi?
el portazgo del puente referido y las dos tercias partes de los medios
diezmos de los vecinos de la citada poblaci?n que trabajasen por s? sus
haciendas y vi?as en la ?circunsferencia? de Puentedeume, y otros bie
nes en la inmediata parroquia de San Martfn do Porto.
Con las donaciones del fundador y las no escasas del vecindario,
especialmente del Ferrol y Puentedeume, aun cuando estas villas conta
ban en sus recintos buen n?mero ?e comunidades religiosas, pudieron
los franciscanos de Montefaro reunir importantes rehtas para atender
? sus cotidianas obligaciones, abandonando lentamente el servicio de
hospedaje del paso del Eume, lo cual di? lugar ? serios disgustos, que
no son de tratar en este reducido trabajo.
Con la extinci?n de las ?rdenes mon?sticas en nuestra peninsula,
qued? el convento abandonado, siendo posteriormente vendido ? un
? particular; y del templo se traslad? el ?rgano en 1844 para la iglesia
parroquial de San Juli?n, del Ferrol.
Dada la incomparable situaci?n que ocupa este convento, el ramo
de guerra adquiri? el edificio y terrenos colindantes, emplazando ba
ter?as y cuarleles para asegurar la,defensa mar?tima del puerto ferro
lano, al propio tiempo, que con el mayor esmero, cuidadosamente en
treg? ? la iomisi?n de Monumentos Hist?ricos de esta provincia,
algunas curiosas reliquias arqueol?gicas del citado templo, que el lec
tor puede admirar en la actualidad, en los patios del Instituto Da Guar
da, de esta Capital, donde aguardan un puesto en el Museo arqueol?gico
que se pretende organizar debido al celo desplegado por la Academia
provincial de Bellas Artes.
No terminaremos, sin antes publicar el interesante escrito referente