Bolet?n de la Real ilcademia Gallega 189'
desaparecieron para siempre, vino la providencial invenci?n de la im
prenta (.i). Y n?tese bien. la oportunidad del maravilloso descubri
miento.
A partir del siglo xi aparece cierta efervescencia intelectual que va
en aumento. Acrecienta la cultura:. f?ndanse Universidades: los cl?sicos
' se ensalzan, copian, leen y comentan. Otra vez la fuerza brutal, deja el
campo a las expansiones del saber.
Generalizase de nuevo el uso de la escritura: vuelve nuevamente el
cofnercio de libros, si bien los precios que alcanzaban eran elevad?si
mos (2). Estos precios hac?an que con los libros se tomasen grandes pre
cauciones y en iglesias y bibliotecas los de m?s valor estaban sujetos. con.
cadenas a los atriles.
Al inaugurarse, mediado el siglo xv, el arte de la imprenta, lleg?,
pues, en saz?n oportuna. Tuvo que luchar con grandes intereses y tra
t?se de desprestigiar el naciente ivento, calific?ndolo como diab?lico. Los
que ganaban su sustento con la copia de manuscritos, ? no se aven?an a
dejar f?cilmente el campo. Ellos eran sus principales y m?s encarnizados
enemigos, ayudados por la general ignorancia que, inconscientemente, se
opone a todo progreso que pueda favorecerla y redimirla. En nuestra
?poca hemos visto suceder lo mismo con todo lo que acusa adelanto,
pero que perjudica lo que se ha dado en llamar intereses creados.
La divulgaci?n de la imprenta no fu? muy r?pida en sus comienzos,
pues los inventores procuraban utilizarla secretamente, para obtener por
los libros precios ,m?s elevados, haci?ndolos pasar por copias manuscri
(r) A?n cuando se verificaba en gran escala y con r?pidez la reproducci?n de obras,
pues los grandes establecimientos de copistas hac?an la vez de nuestras actuales imprentas, y
a?n cuando muchos disputan la originalidad del invento a Gutemberg, tomando como base del
descubrimiento la estampaci?n por medio de tablas para la reproducci?n de escritos, comen
zada por peque?os libros de lectura, refraneros y el extracto de la Gram?tica latina, del c?le
bre Donato, y que de la impresi?n xilogr?fica a la de letras o tipos sueltos, parece no haber
m?s que un paso; sin embargo, el centro de gravedad del arte tipogr?fico no est? en la idea?
ya expresada por Cicer?n,?de colocar letras talladas, unas al lado de otras, sin? un fundir
letras de metal en moldes o matrices y despu?s componer con ellas un texto, reproducirlo por
medio de la prensa y de una tinta diferente del negro en polvo que se empleaba. A Gutemberg
corresponde la gloria de haber iniciado este adelanto.
(a) Escritos a mano y en pergamino costaban sumas enormes. Los grandes centros
como Par?s, Orleans, Cambridge y Londres, no daban abasto, a pesar de los miles de copistas
bien retribuidos. Por los Cat?logos que se conservan de las librer?as de aquellos tiempos y por
las tarifas decretadas por las Universidades, se conocen los precios de algunas obras, a?ne
' cuando variaban frecuentemente, seg?n el dorado e iluminado. Una Biblia regular, costaba
sobre unas 3.00o pesetas de nuestra moneda actual. Por una Colecci?n de Homil?as, se pag? en
el siglo xm: zoo carneros, un moyo de trigo, otro de centeno? uno de miel, algunas pieles de
marta y 2 libras de plata. REULeux. Ob. cit.
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