30 BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
ses damns y caballeros? contempor?neos s?y?s, actividad que
le hizo merecedor de lauros art?sticos y de exaltaciones `acad?mi
cas. El 22.de`enero de 1902 fu? nombrado'individuo .de.'N?rnero
de In Real Academia ProvinciaI `de Bellas `Artes de La C?ru?a;
et 17 de'febrero del siguiente a??, por Real Orden, ' secretario de
in m?sma Corporaci?n, y el. 3 de abril 1905 rmiembro Corres
pondiente de la Real Academia 'de' Be11as 'Artes'de'San Fernando,
a in que represent() en la Comisi?n Provincial de` 1Vlonumentos de
La Coru?a. Adem?s, pronunci? varias conferencias, y un trabajo
suyo mereci? el primer premio en el certamen" c?ent?fico celebrad?
en Orense, en 1887.
Pardo Reguera compiti? amistosamente con Roman Navarro
?otro fecundo y notable retratista de la ?poca' en' la` ?nterpre
taci?n de rostros de in aristocracia y de in burgues?a coru?esas.
(Extra?o es, por cierto, que no se tenga noticia de ?ing?n retrato
de P?rez Costales debido ?l pi?cel de Navarro, a quien puede de!
cirseque no se le escap? convecino alguno de'cierto relieve social.
Los retratos del matrimonio Costales son ovalados y miden
60 por 50 cent?metros; El de do?a Delf?na, conven?entemente ata
viad? y alhajada,, es simplemente discreto: El de don Ram?n,
en cambio, es una de las m?s" acabadas obras de Pardo' Reguera.
Ejecut?lo ?ste en plena saz?n de su ?rte, cum'plidos los 47 a?os,
cuando su talento de retratista culminaba en la maestr?a.
Los 62 a?os 'q?e el doctor contaba al ser efigiado por Pardo
Reguera no tienen otro s?mbolo de ancianidad que el derivado
de los ap?ndices capilares, tan propios de los senores de aquel
tiempo, y de la ya m?s acentuada blancura de los cabellos, en
relaci?n' con el retrato de Mel?ndez. Y as? como en el de 1883,
Costales tiene un natural gesto de arrogancia, en este de 1894
se nos. aparece con el semblante y in actitud del buen burgu?s
y gran se?or que est? ya "de vuelta", como se dice ahora, de
las turbulencias de la juventud y de las inquietudes de la madu
rez. Retrato 'de apariencia m?s reposada y m?s noble, al encaro,
entre ir?nieo y altivo, que le sorprendi? el pintor orensano su
ceden la mirada inteligente. y bondadosa y la apacible sonrisa
con que lo interpret() el artista lucense.
Sobre un fondo oscuro, indeterminado, en que semeja refle
jarse un vago resplandor,, dest?case la interesante cabeza del
popular tribuno, fin?simamente compuesta con pinceladas minu
ciosas, sutil?simas en ocasiones, quo bacon del retrato, parad?ji