Bolet?n de la Real Academia Gallega tor
p?blaci?n rural, numerosa siempre, pero aislada,, sola,, perseguida, por
cuantas plagas pueden,< caer sobre el " hombre : olvidado. No , se hable
pues del, car?cter reservado,, individualista, del hijo, de Galicia. Es propio
de la soledad en que :vive;, pero es tambi?n fuente perenne de sus im
presiones particularistas, y de sus propios pensamientos. A nuestro
pueblo no le , conocemos,, ni en su pasado ni en la actualidad.. Es una
gran fuerza que se pierde en la soledad. en que vive, y as? se pudo decir,
en presencia de la esterilidad de la poes?a culta en, nuestro pa?s durante
los siglos xvII y XVIII, aquello de
Galicia nunca f?rtil en poetas, '
y sin embargo, el sentimiento po?tico de los que habitan bajo estos
cielos, el enorme, intensivo cultivo de, la poes?a oral, tan grande, tan
importante, tan notable en su desarrollo y en su persistencia,: declara
que si hay pueblo en que los frutos de .la; imaginaci?n y de los afectos
individuales, sean, como quien dice, connaturales y espont?neos, es el
nuestro.
Llegar? d?a en que se esclarezca el fen?meno de unas gentes que
parecen sumergidas en las tinieblas ? de una inveros?mil quietud intelectual
y` que ,sin embargo produjeron y alentaron 'una vasta, una importante
literatura oral. Ella conoci? todos los g?neros de tan espont?nea pro
ducci?n. ' Los: cuentos y,f?bulas', las canciones, los romances' y las bala
' das, el teatro' (el .popular.,, se entiende, que aun hoy dura) fu?ronle fami
liares, Llenaron sus d?as en la soledad del campo y del domicilio,
durante las largas veladas de invierno, al calor del fuego que ard?a en
el' hogar, 'siendo encanto ?'de la juventud y apacible ' recuerdo' en. ' el
anciano, las tradiciones y las leyendas, tanto como los misterios que en
ellos se encerraban, llenaban, conmov?an y consolaban sus penas. y
diarios. trabajos, pues' todo ello informaba el alma sencilla y cr?dula. del
campesino. Si en los comienzos del siglo pasado hubi?semos, tenido
quien recogiese esas agrestes flores de la producci?n popular, ver?amos
que ten?an su luz y s? perfume. Si: entonces se recogiesen todos sus
subsidios, creed se?iores?, que pocos pueblos como el gallego traer?an
al acervo com?n de la devoci?n, de la ciencia y del alma popular, mayor
cosecha de los' frescos y misteriosos frutos con que la tradici?n, la
leyenda, las creencias, los sentimientos y hasta las supersticiones de un
pueblo inteligente, llenaron su vida durante siglos. Para decirnos lo que
ha perdido nuestra desidia, se conserva aun hoy algo de aquella gloriosa
producci?n, y yo invito a cuantos viven al presente en medio de nuestros
campos y en relaci?n directa con: los que los habitan y hacen fruct?feros,
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