zoo $olelin de la Real Academia Gallega
obra puede participar, compar?ndole con la de sus contempor?neos, .ha
de ,darle, mejor dicho, le da, lugar merecido y glorioso en nuestro Par
naso. El Sr. Parga, comprendi? bien y juzg? la obra de nuestro poeta.
Aceptando en un todo su juicio, cumplo hoy un acto de justicia que
viene a ser para m? como'. una santa expiaci?n, no de faltas que creo no
haber cometido, sin? de las durezas del ataque en los momentos de la
lucha. El los devolvi? con igual fuerza, con lo cual puedo decir qued?
libre de culpa, porque es ley de todo combate herir y ser herido, y, no
pudiendo escapar a semejantes contingencias, forzoso era que la lucha
respondiese a la importancia del objeto y de las circunstancias que la
hab?an hecho precisa, fatal casi. Pero perdido en el espacio ?el eco de
tales contiendas, apaciguadas y muertas las pasiones que les hab?an dado
vida, no puede ahora quedar .de ellas m?s que un triste recuerdo y la
confesi?n de su inutilidad, borrando con la simpat?a de hoy la severidad
de, otros tiempos. i V?yanse en paz los recuerdos de tan vanas querellas,
y quede mi coraz?n libre de las involuntarias faltas que en ?l engen
draron! '
Si se me pidiera en estos momentos que volviese a realizar con el
entusiasmo que la inspiraron, la labor llevada a cabo en mis veinticinco
a?os, cuando di a conocer fuera de Galicia a nuestro A??n, Camino y
Pintos, me negar?a a ello; que ya no es dado a mi buena voluntad rela
cionar el balbuceo de aquellos comienzos con la plenitud del actual
florecimiento de nuestra poes?a. Acreedores fueron los que iniciaron tan
dichoso movimiento a nuestras alabanzas y amor, siquiera les vi?semos
bien pronto, sobrepujados, aniquilados se dir?a mejor, por los que le
siguieron, due?os de una m?s adecuada expresi?n de los sentimientos,
de una forma impecable, de una intensidad y vigor de la inspiraci?n
hasta entonces desconocida. Por mi desgracia, no viven hoy, todos los
que formaron el grupo glorios?simo que a su hora inici? 'la regeneraci?n
de la poes?a regional; mas el recuerdo de la infortunada que se coloc?
de golpe en los primeros rangos y el renombre alcanzado por Curros
Enr?quez y por Pondal, nada ser? capaz de borrarlo de nuestra memo
ria; ser? eterno en Galicia. Seis siglos de distancia separa. a estos tres
inspirados, de los de nuestros Cancioneros; pero llenan tan por entero
tan largo espacio de tiempo, que es imposible negar. que vinieron a unir
con eslabones de oro la rota cadena de nuestra tradici?n , po?tica. Y no
es, ciertamente, que haya estado interrumpida, como se cree, porque
falten los nombres y. se hubieran perdido las producciones. El genio
popular llen? abundante el vac?o. Estaba todo ello :en, ;las especiales
condiciones del medio ambiente y sobre todo en la distribuci?n : de la