?
joletin de la Real Academia Gallega 97
terminar mi vida literaria, llevando a cabo con un acto de reconocimiento
a Lugo, la prueba de amor que le ?debo y que nunca he negado .a 'las
ciudades y lugares de mi pa?s.
El hermoso, importante trabajo que acab?is de o?r, debido 'al se?or
Parga Sanjurjo, es un breve pero elocuente estudio acerca 'del dulc?simo
idioma gallego. Lo es tambi?n 'relativo al de los poetas que .se expresa
ron en nuestra habla provincial. Trat?ndose de la primera manifestaci?n
p?blica, de la Real Academia Gallega, fu? oportun?simo .el tema escogi
do. No pod?a esperarse otra cosa de la inteligencia y car?cter propios
de quien tantas pruebas tiene dadas de su amor a nuestra patria.
El nuevo Acad?mico y perd?neme su reconocida modestia se
nos presenta en el notable discurso que acab?is de o?r, tal cu?l es,
hombre ,de superior cultura y conocimientos que le permiten entrar por
los campos del pasado e iluminarlos con la viva luz de su penetraci?n y
de su elocuencia. D?mosle de muchos a?os ac? ?pues nuestro compa
?ero es como yo de los que se inclinan hacia lo invisible ocupado en
los 'asuntos que importan tanto al pasado como al bienestar, actual y al
porvenir de nuestro pueblo. La Sociedad Econ?mica de Amigos del Pa?s,
de Santiago, que tantos lauros tiene alcanzados realizando la noble tarea
que desde su fundaci?n se impuso, recordar? siempre la incansable labor
que durante ,largos a?os efectu? en su seno el Sr. Parga Sanjurjo. 'Infa
tigable en el 'trabajo, entusiasta por todo pensamiento generoso, sin
desfallecer por los diarios inconvenientes con que el hombre de buena
voluntad tropieza siempre, dej? en aquella sociedad recuerdo imperece
dero de su laboriosidad, de su inteligencia, de su amor jam?s desmentido
por las glorias y felicidad de Galicia. Las obligaciones de su cargo 'y la
necesidad de aceptar los avances que en su carrera fu? obteniendo del
Estado,, le obligaron a cambiar de residencia, a ausentarse de la tierra
bien amada, pero no a olvidar sus amores y sus predilecciones por ella.
La rectitud de su car?cter, tan necesaria en el Magistrado, la nobleza y
prudencia con que desempe?? sus cargos, la justificaci?n que inform?'
siempre sus oraciones fiscales, le dieron naturalmente aquella noble
fama .de rectitud y sabidur?a a que por ello se hab?a hecho acreedor. 'Y
ved, se?ores, como estas cualidades y circunstancias, traen a mi memo
ria el recuerdo de los severos y rectos magistrados del siglo 'xviII,
quienes inflexibles en la aplicaci?n de la ley, pero llenos de compasi?n
y amor por cuantos ca?an bajo su duro fallo o sufr?an las desigualdades
de la suerte, no dejaban de consagrar su ocio al cultivo de la poes?a,
pero sobre todo al conocimiento y estudio de los problemas econ?mico
sociales de su tiempo. As?, a su hora, nuestro distinguido compa?ero,