94 poletln de la Real cademia,Gallega
como modestos ensayos, precursores, .a no dudarlo, de verdaderos
?xitos, pues acusan aptitudes en los que las idearon, que es de esperar
no torne vald?as la pereza.
La prosa, en cambio, no se contiene ya dentro de las columnas de
la prensa peri?dica, pues ha invadido los dominios del dif?cil arte de
novelar. La novela consagrada a realzar la hermosura y referir los
amores de la interesante doncella de BonabalCaramoni?a? revela
en su autor condiciones que s?lo concurren en los noveladores de
verdad. La prosa que campea en esa notable producci?n. literaria, se
exhibe desligada de los andadores de la infancia, se desliza suelta, f?cil,
espont?nea y se pliega sin violencia, d?cil a la pluma del escritor, a los
variados incidentes del enredo que forma la trama de la acci?n. Es,
adem?s, una novela hist?rica, cuyos episodios obscurecen la acci?n
principal, lo cual puede perdonarse al autor en gracia a la verdad que.
informa el magistral cuadro, en el cual se trazan con h?bil artificio los
hechos m?s culminantes, acaecidos en la ciudad compostelana y en el
siglo a que la novela se refiere; es a saber, los bandos que se disputaban
el gobierno y la direcci?n del Concejo y la solapada lucha que ?ste y la
Mitra sosten?an.
Cuando dije, hace un momento, que la l?rica gallega, incubada al
calor del renacimiento, sobrepujaba a las de las dem?s regiones espa?o
las, habr? venido a buen seguro a vuestra memoria,: se?ores Acad?mi
cos,` el recuerdo de la inimitable Rosal?a de Castro, cuya eminente per
sonalidad se proyecta de un modo tan acentuado en la, poes?a ;de este.
pa?s, por haber recogido en sus cantos el alma, el genio d? la regi?n..
Dulce cantora del dolor y de hondos infortunios, con los cuales' s? com
penetraba su afligido coraz?n, a?ert?' a expresarlos en sentidos versos,
en los que so se sabe qu? admirar m?s, si la variada y rica metrificaci?n
que les imprime art?stico relieve,.o la so?adora tristeza en que se inspi
ran., La gloria que irradia su peregrino ingenio tendr?: siempre por
pedestal el amor de toda la regi?n gallega, hasta el punto de que, si por
inesperado azar, cuya realizaci?n no permita el cielo, llegasen un d?a los
r?os a rebasar sus naturales. cauces, los mares a salirse de su ordinario
asiento, y mares y r?os originasen impetuosa y asoladora inundaci?n que
arrebatara para siempre las obras de los poetas, aun entonces flotar?a
sobre las aguas de ese diluvio el arca santa de los cantares de la insigne
poetisa, porque lo que tiene sus ra?ces en el coraz?n del pueblo, subsiste
y perdura en tanto ese coraz?n aliente y viva. .
No hablar? de otros poetas y literatos que viven a?n, con valer.
tanto, ante el natural recelo de incurrir en involuntarias 'pretericiones y