Bolet?n ,de la Real Academia Gallega 89
sangu?neo, se desarrollaba y enriquec?a, al comp?s de las prosperidades
de la naci?n portuguesa, hasta el punto de brindar brillantes atav?os a la
trompa ?pica de Camoens. 'Acaeci?, entonces, lo que era f?cil prever;
esto es, que se fraccion? en dialectos, y en contacto con el castellano,
que era y es el habla de las ciudades, se adulter? con la importaci?n de
neologismos que le hicieron perder su nativa pureza.
La poes?a gallega no hab?a de resignarse, sin embargo, a ser des
ahuciada para siempre del Parnaso espa?ol. Manifestaci?n espont?nea
de una regi?n que hab?a vivido sin pedir prestada su savia a las dem?s,
verbo elocuente de sus tradiciones venerandas, ?rgano encomi?stico de
sus aspiraciones e ideales y emblema de d?as m?s venturosos, no pod?a
morir, en tanto Galicia alentara, y, en efecto, resurgi?, cual el ave F?nix,
de sus cenizas.
Ya en el siglo xviII apuntaba, aunque t?midamente y de un modo
vago, una tendencia propicia al renacimiento de la literatura gallega.
Un monje ilustre, hijo docto y esclarecido de la distinguida orden reli
giosa que el inspirado y piadoso Benito fundara en MonteCasino, pren
dado de Galicia, trat?, con la prolija labor llamada por autonomasia
benedictina, de las cosas que a esta regi?n afectaban y al pueblo gallego;
se refer?an. Tal fu? el padre Mart?n Sarmiento, a quien la patria galaica
no ha pagado a?n la deuda de gratitud con el mismo contra?da. Su
talento, rico y vario, nutrido de una erudici?n vast?sima y regida por un
criterio imparcial y sereno, abarcaba con ojo de ?guila los amplios
horizontes de la historia, de la filolog?a, de la ciencia, de la literatura y
del arte, con un acierto y aplomo, a los cuales ha hecho justicia la pos
teridad, reconociendo de buen grado cu?nto debe Galicia al sapient?simo
religioso. Y no s?lo consagr? su talento a trabajos de indagaci?n y de
cr?tica, sino que, presintiendo, quiz?s, el renacimiento que. se avecinaba,
parece como que quiso trazar el molde de la futura poes?a en la hermosa
que dej? escrita en gallego, intitulada Chan de Parafita.
Compartieron con el padre Sarmiento su amor a Galicia otro reli
gioso y hermano en la misma Orden, el eximio pol?grafo padre Feij?o,
quien, en su Teatro Critico, fustiga preocupaciones arraigadas en el
pueblo gallego, y'D. Diego Antonio Cernadas, correcto escritor y poeta
de f?cil vena sat?rica, quien demostr? en sus obras predilecci?n especial
por este pa?s donde vi? la luz primera. Aunque estos escritores se
valieron, por lo com?n, del idioma castellano para dar forma a sus pro
ducciones, no huelga mencionarlos, en gracia al profundo afecto que por
Galicia sintieron.
El impuls? iniciado por varones tan doctos no cay? en el vac?o;'