304 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
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antolog?a de poetas espa?oles publicada en Inglaterra. Pero
no s?lo Azor?n para su atenci?n en aquellas figuras literarias
de Galicia que por su relieve son acreedoras de tal honor.
Hace:m?s todav?a. Y por ello su elogio, ,lejos de limitarse a
figuraspuramente literarias sehace, en ocasiones, extensivo
a otras figuras destacadas en manifestaciones de la inteligen
cia que no son las bellas letras. As? aquel elogio que el autor
de ?La ruta de D. Quijote? hace en cierta obra suya del
eminente ec?nomista coru??s< D. Ram?n de la Sagr?, a quien
Azor?n califica de ?europe?sta precursor de Costa ? .
Leyendo pocos d?as ha una de las ?ltimas producciones
salidas de la egregia pluma de Azor?n, la titulada ?Capricho?,
despu?s de ir saboreando lentamente, con parsim?niosa de
lectaci?n los originales cap?tulos en que la obra va desarro
ll?ndose, nos hemos encontrado con un?s magistrales, con
unos maravillosos retratos de cuatro mujeres que el autor
simula hechos por ellas mismas. Pertenecen a `cuatro distin
tas y bien acusadas regiones espa?olas y vienen a ser como
el intentobien logrado de la condensaci?n, en unas cuantas
l?neas, del peculiar eterno femenino que en cada una de
esas porciones peninsulares se manifiesta con fuerza y vigor
suficientes para hac?rnoslo inconfundible, con todas las ca
racter?sticas de lo personal y exclusivo. Uno de los tipos fe
meninos que se autorretratan es el de una gallega. Acostum
brados como estamos a que los escritores no gallegos cuando
introducen en sus creaciones tipos de Galicia o cosas de
Galicia lo hagan casi indefectiblemente apart?ndose de la ?'
realidad o desde?ando a la verdad, para caer en la deforma
ci?n y ofrecernos, cuando no irrealidades por lo menos bur
das caricaturas ? feos y falsos engendros, no puede menos
de sorprendernos que ahora, en el caso que comentamos, las
l?neas hechas por Azor?n sean una' exaltaci?n de la mujer
gallega, fiel y concienzudamente interpretada. Y que tales
l?neas, en contraste con tantas otras como por desgracia pu
dieran citarse, sean un delicado, un exquisito elogio de nues
tra tierra, que por lo inesperado y espont?neo colma nues
tra gratitud.
A todas estas pruebas, escogidas al azar de un sinn?mero
de ellas que pudieran utilizarse para justificar el agradeci
miento que todos los buenos .gallegos deben sentir hacia Azo