278 joletin de la Real ylcaaemia Gallega,
pocos a?os, goza fama de . var?n erudit?simo en lo . que atafie a la.
provincia de Orense. Y, a, decir verdad, sus libros El Pontificado
Gallego, Cr?nica de los Obispos de Orense, Guerra hispanolusitana,+
?.rnzas de Orense y El R?o de Limia, dicen bien a las claras ser harto,.
leg?timo el t?tulo y merecido el renombre de que disfruta en las galai
cas letras. No es, pues, Maravilla que al tener; yo noticia de la publi
caci?n de su ?ltimo libro, Orensanos Ilustres, me formara alto concep
to de la val?a del nuevo fruto de tan distinguido ingenio. Y ahora,'
despu?s que he tenido ocasi?n de leer tan preciosa obra y gozado
no poco con su lectura, me ratifico en mi juicio anterior, y no puedo
menos de confesar que en Orensanos ilustres he admirado la exacti
tud de las noticias, la claridad de las ideas y lo h?bil y atinado de la
expresi?n.
Verdad es que el Sr. Fern?ndez Alonso nada nos dice de los oren
sanos notables de hoy, de los que actualmente viven sobre la tierra y
son honor y gloria de la regi?n amada; para nada menciona a los
eximios poetas Eladio Rodr?guez Gonz?lez, Antonio Rey Soto y Xavier
B?veda, ni a los insignes profesores Antonio Fern?ndez Bordas, Tibe
rio Avila, Manuel M. Risco yEloy., Luis Andr?. El Sr. Fern?ndez'Alon
so s?lo se ocupa en trazar las biograf?as de los muertos ilustres de
nuestra provincia, que m?s se distinguieron por su ciencia, sus virtudes.
y sus m?ritos. Mas esto no obsta para que Orensanos Ilustres sea en su
g?nero obra de gran utilidad, de indiscutible valer. De su importancia
podr? formarse una idea el estudioso lector, con s?lo saber que en ella
se nos habla de ?esclarecidos obispos como Idacio y San Rosendo;, de
esf?rzados guerreros como Benito Ba?os, ;el primero que, en uni?n de
Alvar Coledro, escal? los muros de C?rdoba en la conquista ,de San
Fernando, y Rodrigo de Villandrando, que se sacrific? por su rey, pre
sentando serenamente el pecho a los aceros de los conjurados; de intr?
pidos marinos y exploradores como Juan de Novoa, que descubre y
bautiza con el nombre de Santa Elena la isla que, andando el tiempo,
hab?a de hacer famosa Napole?n en su desgracia; de expertos y saga
ces diplom?ticos como Baltasar de Z??iga y su hermano Manuel, virrey
de N?poles; de te?logos y polemistas como Fr. Tom?s de Lemos; de
eruditos e historiadores como G?ndara; de humanistas como el Lic. Bo?n,
traductor de las Ge?rgicas de Virgilio, y Saco Arce, autor de la Gram?
tica Gallega; de oradores como Fr. Diego de Loya, apellidado F?nix
de la elocuencia; de jurisconsultos como Puga y Paz Novoa; de pol?ticos
como Chao y Mosquera; de escultores como Moure y Ara?jo; de poetas
como Curros Enr?quez, Lamas Carvajal y Garc?a' Ferreiro, y de arque?