Dolelia de la Real >1cademia Gallega 189
licitud por la vide .y la corona del reynifto que les fuera confiado, y,
ni se sabe de nuevos matrimonios de aqu?l, ni es de sospechar que,
prudente y sabio como nos lo presenta la Historia, se arriesgara el
Conde en otras nupcias cuando, si no se hallaba ya en plena senectud
se acercaba a ella a toda prise (1) y con un bagaje familiar de m?s de
una docena de hijos.
Pero 6encontramos, por acaso, en el personaje de la comedia cal
deroniana una exacta copia y un fiel trasunt? de lo que debi? ser nues
tro Conde de Traba, con las nobles cualidades y altas prendas que en
?ste concurr?an, y con la grandeza y majestad que admiramos en ?l a
trav?s de los siglos? Aqu? s? que ya es fuerza rendir homenaje y plei
tes?a al genio del poeta, el cual, queri?ndolo o sin pretenderlo, nos leg?
el m?s soberbio y acabado retrato del excels() pr?cer gallego en su fin
gido Conde de Lara.
?Antes que vos fuerais rey
era yo leaI,H
dice con sublime concisi?n el favorito a su monarca (jornada ii, esce
na xviii) y en verdad que tal se nos ofrece el de Traba as? en la pr?s
pera como en la adversa fortuna, que de todo, al parecer, hubo en su
vide como en la del personaje por Calder?n imaginedo.
Aqu?l, por sucesos tan laberinticos y confusos como los de todas
las producciones del glorioso dramaturgo, tan pronto se yergue en la
c?spide y apogeo del regio favor, como le vemos caer en el enojo de su
soberano, Ilegando on su desgracia al extremo de ver confiscados sus
bieues y perdidos sus estados. No aparece en los relatos del tiempo, que
tan riguroso se haya mostrado D. Alfonso con el de Traba; pero bien
pudo suceder que entre tutor y pupilo ?al fin sesudo anciano el uno y
arriscado mozo el otro?, mediaran incompatibilidades o desavenencias,
puesto que, una vez asegurado el segundo en el solio de sus mayores,
cuando el Conde D. Pedro debiera ofrec?rsenos aureolado con todas las
preeminencias, grandezas y fueros de la m?s firme y s?lida privanza,
como premio a casi veinte afios de afanes e inquietudes, de Inches y
desvelos, v?mosle, por el contrario, retirarse discrete y calladamante a
sus dominios de Galicia de los que ya no volvi? a salir jam?s.
Pudiendo serlo todo, ya que en sus manos tuvo los destinos de Es
pana una y otra y otra vez, prefiri? a su propio encumbramiento el
(t) Esto aparte de que la Conde3a D.? Guntrodi sobrevivi? algun tiempo a su espo
so; segun los historiadores.