x88 jolet?n de la Real Academia Gallega
En cambio, s? lo es el traer a cuento c?mo para aquellos peregri
nos ingenios no exist?an, si a sus obras nos atenemos, otras nobles.
familias gallegas que los Castros, Altamiras, Monterrey (?stos sobre tudo
en Tirso de Molina), y alguna vez los Ribadeneiras. Las dem?s ilustres
casas de Galicia, como si para ellos no existieran. Era ?ste, sin duda,
uno de tantos convencionalismos consagrados por el uso, como lo era
la onom?stica de pastores y villanos; pero m?s grande lo es aun el
traer a nuestra regi?n a los Laras famosos, que nunca por aqu? sefiorea
ron ni residieron.
Y es a un Conde de Lara, por nombre D. Pedro, al que Calder?n
hace tutor y ayo de Alfonso VII on la comedia ya citada. Ni el asonan
te ni la medida pueden servir de disculpa al excelso poeta, pues una y
otra son id?nticas en los apellidos de Lara y de Traba, lo que prueba
una vez m?s quo, fuera de la acci?n dram?tica, de ordinario complica
da, procur?base en lo dem?s seguir los trillados senderos con tal de no
distraer la atenci?n ni la memoria del vulgo de lo que se quer?a que
fuese el principal y acaso el ?nico atractivo. Por otra parte, Traba o
Lara dqu? le importaba al p?blico, si la comedia le ten?a gratamente
suspenso, hasta hacerle romper en su postrera escena, en aplauso un?
nime y fervoroso?
En Lara, pues, se convierte aquf el magnifico y opulento Conde
de Traba; pero en un Lara gallego, ya que el monarca le dice en la es
cena xvizi de la segunda jornada de la comedia:
?Yo soy rey, y yo puedo
vivir sin vos, atropellando el miedo
que ese brazo me daba,
cuando, infante, en Galicia me criaba.?
Mancebo enamoradizo y casadero nos presenta el poeta al sobera
no; por afiadidura, y como obligado acontecimiento de toda comedia
del Siglo de oro, al final de la f?bula casa el monarca a su valido, y
esta es ya una licencia m?s que afiadir a las que Calder?n amontona
en su comedia. Porque o el rey quiere casar al Conde en edad inade
cuada y m?s que provecta, o es fuerza convenir en que era ?ste de mozos
a?os todav?a cuando D. Alfonso VI puso a su nieto bajo su guarda y
custodia. Y ni una ni otra cosa son, hist?ricamente, admisibles. Cierto
que el de Traba fu? casado dos veces: la primera, siendo aun muy
joven, con D. Urraca Froilaz, de la que al poco tiempo enviud?, y la
segunda con D.` Mayor Guntroda Rodriguez, no mucho despu?s de su
viudez. Fueron aft Mayor y D. Pedro los que velaron con paternal so ,
1