BOLET?N DE LA REAL' 'ACADEMIA GALLEGA 37
meteoros luminosos, dejando una estela de viva claridad en todas
las?altas regiones del esp?ritu. I
Muchas veces me he complacido en buscar el marco propio
de cada poeta; porque es innegable que, as? como . cada, perla
tiene su concha y cada r?o su cauce, as? cada cantor debe tener su
caja de resonancia, o lo que es lo mismo, su ambiente. Y ; como va
mos a penetrar.. ?ntimamente en el sagrado de este poeta,, veamos
c?mo nos recibe, y agasaja.
Su casa da al camino. Es una casa baja y terrera, ?ntima y
blanca, con, paz de balada a su alrededor. Por el ancho portal?n,
abierto de par en par se . divisan . las estancias, limpias y con olor
a manzanas; de las paredes penden viejos daguerrotipos y . cro
mos, am?n de otras estampas arrancadas a revistas ilustradas que
acaban de llegar de la. corte. En la mesilla de, pies torneados y
salom?nicos se apilan libros y papeles, estos ?ltimos emborrona
dos y en l?neas casi iguales.' Deben ser versos. Alguna vez tur
ban la paz de la casona los gritos de los chiquillos que juegan, o
el piar esclavo del mirlo enjaulado, o el arrullo del palomo que
con la cola arrastrada hace el amor sobre el tejado de las tullas y
' graneros cercanos. El reloj de sol marca el mediod?a y el jefe de
la casa sale a descansar bajo el emparrado' que le da acceso.
Le conocemos ya, es clon Francisco, alto, lleno de carnes, ves
tido a la usanza nueva; lleva el adorno de una preciosa barba par
tida, con la que hace juego el bigote ca?do y abundoso, poniendo
cerco a la boca; sobre la nariz aguile?a cabalgan los lentes bien
oblicuos, medio ocultando el cristal de sus ojos rasgados, vivos y
picarescos, como los de Mesonero o los de Bret?n. Encima, la man
cha blanca de su frente amplia. Es noble la figura.
El poeta, sentado ya a la sombra de las retorcidas cepas,
ofrece al hu?sped en su c?ncava y bicuda jarra las mieles ?nicas
del espadeiro:
? ?O espadeiro morro! ? O rozo vino
,sangue do coraz?n da nasa terral ?
que dijo Cabanillas. Y nosotros, aceptando la invitaci?n bebimos y
de pronto sentimos fiebre en el coraz?n y todo nos son? a murmu
llo y a sinfon?a. Porque don Francisco es el poeta, su casa es
cada una de sus poes?as, la jarra es el verso y el vino es la inspi
raci?n que en ?l se vierte y nos atrae. Y... ?la virtud de los versos
del poeta, es m?s clara y m?s alegre que el servicio de Ganimedes!