BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 257
Lo m?s sorprendente es que en aquel tejo ?gigante de la
r?a? han sido acondicionados tres pisos a los cuales se asciende
por una escalera. En el primero se baila; en el segundo se to ma
el caf?, y en el tercero se contempla el horizonte.
En Portodor se desprende del paisaje con su dolmen y su
pinar ancestral una curiosa atm?sfera de leyenda.
?Portodor, cu?ntos a?os que no pisaba estas
playas de rubia arena, extendidas como veletas de
gasa de oro; este bosque antiguo legendario donde
se alza una piedra en equilibrio, la Pena Moura
?c?ltica seg?n opini?n de los arque?logos loca
les?? (17).
La Condesa insiste sobre esta visi?n pintoresca, presentando
por contrate la silueta moderna de una joven deportista inglesa.
?Su figura moderna, atrevida, ex?tica ?compo
n?a? sobre el fondo de los pinos ancestrales, o al
lado del caduco dolmen con barba de musgo? (18).
Como autora apasionada por la animaci?n del paisaje, evoca
tambi?n estas rias en su aspecto vivo de brazo de mar surcado
por barcos...
?Al amanecer la extensi?n de la /la poblada de
barcas de pesca es un himno de alegr?a heroica el
animoso canto de la Naturaleza eternamente jo
ven? (19).
La vegetaci?n lozana de las orillas del Ho responde a la ani
maci?n que reina sobre el agua.
?Desde la playa, cuya arena fin?sima conserva la
huella del pie y rodean grandes matas de aloes en
flor, hasta los senderos cuajados de madreselvas y
(17) Ag. t. II, p. 1053. La Sirena Negra.
(is) Ag. t. II, p. 1055.
(is) Ag. t. II, p. 1053.