BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 387
?Realmente Vilamorta es una colmena en mi
niatura, una villita modesta, ; cabeza de partido. No
obstante ba?ada por el resplandor del rom?ntico
sat?lite, no le, falta a Vilamorta cierta grandiosidad
como de poblaci?n importante, debida a los nuevos
edificios que, con arreglo al orden arquitect?nico
peculiar de las grilleras, levanta ,a toda prisa un
?americano? gallego, reci?n venido con provisi?n
de centenes? (1).
Si los grandes centros del pueblo son la plaza del ?consis
torio? y la calle Mayor; el cachet particular de Vilamorta est?
representado por la bella avenida plantada de ?rboles que con
duce a la fuente termal.
La descripci?n de la vida de la villa ocupa un espacio mu
cho m?s importante que la de los lugares; esta descripci?n se
hace en tres etapas separadas por las dos estancias del minis
tro en la mansi?n (2).
En la primera parte de la novela la atm?sfera de la villa
nos es revelada por una serie de cascadas ?detallistas? siguien
do las horas de la jornada, esperando la llegada del ministro y
despu?s sigui?ndole en el curso de su residencia ail?.
La segunda etapa est? constitu?da por la descripci?n de las
fiestas y de las ferias para las cuales el ?detallismo? de la Conde
sa se manifiesta en un sentido ya sea colorista, ya m?s precisa
mente naturalista; as? los fuegos de artificio est?n descritos con
el m?ximo rebuscamiento en el efecto de los colores; y la auto
ra, para justificar tal vez este lujo de detalles, explica que este
espect?culo es particularmente apreciado por los habitantes de
Galicia: la multitud reunida en la plaza mira:
?saboreando el gran placer de los hijos de Galicia,
raza que ha conservado el culto y el amor del celta
por los fen?menos ?gneos, por la nbche iluminada,
compensaci??' del brumoso horizonte diurno? (3).
(1) Ag., t. II, p. 231.
(2) Cap. IX a XI y XVI a XXIII.
(3) Ag., t. II, p. 275.