8 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
un soplo, y si es viejo es menos que soplo, y si a eso se a?ade el
vivir enfermo o inh?bil para todo, no hay que fiar en ?l para
proyectos literarios. Hace cuarenta a?os hab?a pensado yo en
que el Ilmo. Sr. Feijoo viniese a vivir a este monasterio de San
Mart?n. Aqu? hab?a de emprender una grande obra literaria, a la
cual le pudiesen ayudar muchos monjes, dedicados ya a la lite
ratura. Ofreci?seme entonces el traducir al castellano el Dic
cionario Hist?rico de Moreri, no con traducci?n servil, como hoy
se usa, sino con traducci?n cr?tica, purg?ndola de varios errores,
f?bulas y contradicciones de que abunda ese diccionario" (Col.
D?vila VIII, f. 185 r.).
Mira al pasado, sue?a a?n con el futuro, porque el presente
no puede ser m?s desconsolador: "el maestro Ibarreta ?le dice?
me hall? con tres fluxiones, dos en los carrillos y otra en una
oreja, que sobre los achaques habituales de m?s de 75 a?os me
han tenido inhabilitado para toda operaci?n intelectual.
"Buen testigo es V. R. que hace a?os que no puedo caminar
a Cap?tulo General, y que aqu? no he salido del monasterio, ni
a?n de mi celda, sino por la ma?ana a la tribuna y por la tarde
a la celda del Rvdmo. Balboa, mi hermano de h?bito, en donde
estoy toda la tarde, para huir de estar ocupado en mi celda con
libros, papeles y cartas, pues no puedo leer y menos escribir. No
puedo leer, y especialmente de noche, porque la vista cada d?a
va decayendo. No puedo escribir como antes, porque los dedos
no quieren sujetarse a mi voluntad y lo mismo hacen mis rodi
llas, que no es posible arrodillarme sin peligro de besar la tierra.
Gracias a Dios con todos ajes y lacras gozo salud para servir a
V. R." (Col. D?vila VIII, f. 173 r.).
Sin embargo, no parece que se cuiden mucho de esto en las
altas esferas del Gobierno, puesto que en el 6 de septiembre res
ponde a una Consulta del Consejo sobre Censores de Libros casi
con las mismas palabras: "Yo no estoy ya para escribir, leer ni
censurar. Estoy totalmente impedido y con 75 y medio a?os
a cuestas, y con una visible decadencia de mis sentidos exteriores,
y una transformaci?n de los interiores. Ya he perdido mi antigua
forma de letra, y por falta de movimiento no salgo de casa ni
a?n de mi celda. Ya no puedo leer, y sabe Dios lo que me ha
costado leer los tres pliegos que he recibido, y el trabajo que me
cuesta esta respuesta; y bien sabe Dios que no hubiera tomado