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EL P. FEIJOO FRENTE A MAQUIAVELO 87
asistencias intelectuales a la verdad. S?lo los hombres que tie
nen rotos los resortes morales, que han nacido para la obsecuen
cia o la degradaci?n, son capaces de no sentir en su alma alg?n
incentivo por alcanzar el total conocimiento de las cosas.
Por ello, el P. Feijoo, con el limpio entendimiento y la sol
' vencia moral, que acrisolan en todo momento su pensamiento
y su car?cter, no pod?a transigir, so pena de traicionarse, con
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aquellos que para satisfacer las ambiciones y otras impurezas
estatales, llegaban casi a canonizar la mentira n.
Si la verdad es absoluta e invariable, no puede estar a merced
de personas volubles y corruptibles. Su defensa no constituye
s?lo un deber, sino la obediencia al imperativo ineluctable de la
obligaci?n moral. S?lo podemos redimirnos de la culpa de la
mentira, con el gesto generoso de su reconocimiento y su rec
tificaci?n.
Por eso Pit?goras, el gran fil?sofo y matem?tico ?las dos
cumbres desde donde se puede otear mejor el saber?, afirmaba
que "no podemos elevarnos a la verdad sino por obra de la bon
dad y de la virtud".
Ortega y Gasset con ese hosco desd?n que reserva para aquellos intelec
uaies que considera de bajo vuelo, en toda su densa obra, solamente una vez
lta al P. Feijoo, y esa vez es para rectificarlo. Ni un solo de los muchos y
g Males aciertos del benedictino gallego atrajo la atenta consideraci?n de
Ortega
Para detenerse ?nicamente en una de sus fallas interpretativas. Toma
7'r base que el bravo P. Feijoo al hablar de la declaraci?n del Tribunal Ro
, waorno contra los copernicanos, diga que "En Espa?a estuvo por dem?s...: ya
1 que en aquel tiempo nec si Copernicus est audivimus: ya porque en materia
1 ete) doctrina (aun la Filos?fica y Astron?mica) es tan inm?vil nuestra naci?n,
el orbe terr?queo en el Systema vulgar", para rectificar a Feijoo "como
a::
rtencia para quien no distingue de tiempos, es decir, de generaciones, y no
fsocksPecha la diferencia increible que hay entre un pueblo que ha perdido la
/ gantt, a Y ese mismo pueblo cuando vive una generaci?n en plena forma". (Orte
V de sus "Obras Completas", p?g. 65.
Gc!n deja de ser curioso y hasta alarmante, la indiferencia de Ortega hacia
cia, a pesar de su ascendencia gallega por v?a materna. Castilla, Vasconia,
Asturias, Andaluc?a, han sugerido al ?gil pensador madrile?o, abundantes me
cli,L11
1 /jezziul?nes. A Galicia son pocas las l?neas a ella dedicadas, no faltando en ellas
1ades afirmaciones, que m?s bien parecen fruto de una imaginaci?n incon
trola
tierra que de un aut?ntico saber. As? ocurre cuando afirma que "En Galicia,
P obre, habitada por almas rendids, suspicaces y sin confianza en si
7:1?las, el particularismo ser? reentrado,a como erupci?n que no puede brotar,
,,;(5ioptar? la fisonom?a de un sordo y humillado resentimiento, de una inerte
le"ry'rearga a la voluntad ajena, en que se. libra s?n protestas t. , III el de cuerpo "obras parCaa reni
Dictatanto m?s la ?ntima adhesi?n" (Particularis
jo ,;s:, P?g. 69). Ocasiones tuvo ara el pulso real del gallega,
p
cuZ^,sula cuando prolog? el libro "Una puntadetectar de Europa" de Garc?aalma Mart?, que
creta habl? de ValleIncl?n. Pero no fue as?. Con su muerte se llev? el se
I le por qu? no lo hizo.
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