EOLETffN DE LA ACADEMIA GALLEGA 39
prodigio reformador que la santa ingenuidad de las madres ins
pira, que los santos milagros de la tradici?n sefialan. Y aquella
dedicatoria es impersonal: para Castelar, primero; para el Presi
dente de la Rep?biica Espanola, despu?s, porque al Presidente de
la Rep?blica Espanola, en cuyo advenimiento confi? el poeta, est?
dedicada y le pide la protecci?n para sus hermanos y para su pue
blo; le pide el milagro, el milagro que ?l era capaz de comprender,
pues si tantas veces en 0 Divino Sainete y en otras obras, pa
rece que blasfema contra la creencia, es porque, ardiendo en el
alma la llama del Evangelic), tiene siempre presente el episodic)
del Templo y expulsa de ?l a los mercaderes; y si le hubieran pre
guntado cu?l es el milagro m?s grande de Cristo, hubiera dicho
que el milagro m?s grande de Cristo es aquel en queihace part?cipe
a la Humanidad del privilegio que reserv? para su Divina esencia;
es el milagro de la Resurrecci?n, y la Resurrecci?n est? en estas
palabras : ?Lev?ntate y anda. Conf?a en tu propio esfuerzo, en el
gcnio y en el empeno de tu vida? . Ese es el milagro que se
puede pedir a los caudillos de multitudes y Jefes de Estado. ?Pue
blo, lev?ntate y anda! Conf?.a en tu pujanza y en la eficacia de tu
derecho, y idetr?s de t?, y delante, en los momentos de peligro, en
quien te asegure contra todas las asechanzas, en quien te diga que
no dejaste unos caciques para someterte a otros, que eves dueno
de tu destino y que el porvenir es tuyo. (Grandes aplausos).
Y si ese es el ?nico milagro que se puede pedir en lo terreno,
con ser tan grande, y si eso es lo que sonaba Curros Enr?quez al
colocar a sus conciudadanos y a su regi?n bajo la ?gida protectora
de un Jefe die Estado, yo os digo: ?Ese es tambi?n el 14 y el 12
de Abril de que tanto se habla; es decir, la voluntad de los pueblos
die Espana, sea cual fuere, seguros de que en. la libertad est?n co
rregidos los excesos y en la holgura solidarizados los afectos, y
para ello al Jefe del Estado no le basta con respetar la voluntad del
Pueblo, sino ampararla contra cualquier exceso; y si por amparar
la, porque es dif?cil dominar a un pueblo pero f?cil aduefiarse de
?l acobardando e impresionando al quo to rige, viene la injusti
cia, la amenaza, el ultraje o el halago, por encima de todo, re
sistid pensando que el Jefe del Estado se debe al Pueblo para que
?ste, con la plenitud de su libertad, realioe la gran obra que el