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contra las hordas del turbulento y ambicioso Pedro Madruga y
frente. a las huestes napole?nicas, en la epopeya de 1809.
Si cuantos visitan y contemplan el Ribero de Avia lo ens?l
zan, asombrados de las maravillas que en 61 ha prodigado la
Naturaleza, i, c?mo no hemos de ensalzarlo, de quererlo y de
recordarlo a toda hora los que en 61 hemos nacido y en ?l hexnos
pasado la infancia y la juventuud, que son las dos ?pocas m?s
inolvidables de la vida?
ELADIO RODR?GUEZ GONZALEZ.
L?PIDAS FUNERARIAS EN EL MUSE? ARQUEOL?GICO
DE PONTEVEDRA
En el Libro de Oro de esta Provincia, dado a luz por el en
tusiasta e inteligente editor P. P. K. 0., de Vigo, se public? un pe
que?o trabajo sobre las Aras romanas del Museo, m?s bien cat?log?
o breves notas que estudio amplio y detenido.
Esto mismo se har? hoy con las l?pidas funerarias all? exis
tentes, atendiendo a una . amable indicaci?n del selior President?
de la Academia Gallega, D. Eladio Rodriguez Gonz?lez.
No se dar? cuenta de las muchas muestras de arte rupestre
que la Sociedad Arqueol?gica viene acopiando hace cuarenta altos,
gracias a los dibujos del nunca bastante llorado Enrique Campo
Sobrino, y del distinguido dibujante Eugenio Feij?o Alfaya. Ni
tampoco de las llamadas inscripciones ib?ricas descubiertas en
terrenos de los se??ores de Nodar, en el monte de Parada, de la Es
trada; porque ni las unas ni las otras tienen car?cter funerarifo
bien acusado. Acaso se les dedique m?s tarde un examen separado.
En las Ruinas de Santo Domingo y en la primer Capilla, Ra
mada del Espiritu Santo Vieja y la Soriana, se halla la estela dis
c?idea representada en la figura 1.a, dc la foto que se debe al se
?or Cabr?, as? como el notable e?,tudio que public? en Coimbra en
1918, sobre la escultura prehist?rica.
Huelga, pues, toda descripci?n en la parte general; pero quiz?