$oletIn de la Real Academia Gallega 69
es, ?sin que pueda afirmarse p?r la falta absoluta de do?umen
tos?, dada la manera de entregarse Toledo a Alfonso VI, que con
la gran masa de poblaci?n musilmica que en la ciudad qued?, con
vertida en poblaci?n mud?jar, conservando su religi?n, su organi
zaci?n administrativa y judicial y sus propiedades y costumbres,
existieron pactos previos, pues notorio es que Alfonso VI, en el
caso de Sevilla, hizo pactos con AlMotamid, quien le di? en matri
monio a su hija Zaida.
?Qu? fuente hay m?s segura? Creemos que no existiendo para
{ este caso de Toledo fuente alguna de capitulaciones, lo m?s acertado
ser?a invocar el testimonio de los hechos sucesivos.
?Subsisti? la poblaci?n mud?jar despu?s de la reconquista?
Si optamos por la afirmativa, debemos convenir que la vida de
los tnud?jares estaba reglamentada y autorizada por los conquis
4. tadores.? Se les respet? el culto que por espacio de tantos a?os hab?an
mantenido? Hay que contestar que s?, porque en el a?o' 1159,
seg?n se es?ribe por los an?nimos autores de los Angles Toledanos
Primeros, se apoderaron los cristianos de la iglesia de San Sal
vador, que era de moros.
?Se les dej?, por lo tanto, la mezquitaaljama? Indudablemente
en los primeros momentos, cuando aun no ten?a Alfonso VI los
elementos indispensables para oponerse a los mud?jares.
Estos hechos on el resultado l?gico y natural de estados, que
si no constan por escrito corroboran las consecuencias, y son las
?nicas fuentes seguras.
Por consiguiente, cuando el monarca consigui? que los toleda
nos le abrieran las puertas de la ciudad y ocup? su palacio im
perial, fu? su primer acto ?dar gracias a Dios desde lo m?s pro
fundo de su coraz?n?, y seguidamente empez? ?a cuidar con suma
diligencia de qu? manera se recobrar?a la m?s esclarecida iglesia
que antes hab?a sido de Santa Maria Inmaculada Madre'de Dios.?
Y sometidos enteramente los habitantes y persuadidos los
mahometanos de las diligencias que se hac?an para restablecer en
el esplendor antiguo la iglesia de Santa Marla, abandonaron bien
pronto su posesi?n, sin que ello implicara quebrantamiento de
pacto alguno, ni menos consagraci?n intempestiva, ni ?nimo airado
del mon?rca por violencias supuestas cometidas por la Reina y el
Arzobispo al poner en ejecuci?n el pensamiento acariciado por don
Alfonso desde el' primer momento de entrar en la ciudad, ni venida
?