$ jolelin de la l;eal Academia Sallega
para ella al Abad de Sahag?n, Bernardo, Rvar?n de buen ingenio
y que gozaba de aventajada reputaci?n, pero m?s celoso por la
religi?n que discreto y prudente a lo que se vi? luego?, y dotada
la Iglesia con gran n?mero de villas y aldeas para la sustentaci?n
de su culto y de sus Ministros, parti? para Le?n.
Entretanto, el nuevo Arzobispo, o por hater m?rito de `su
celo, o porque en realidad considerase afrentoso para los cristianos
el que los infieles siguieran poseyendo el mejor templo de la reci?n
conquistada ciudad, una noche, de acuerdo con la Reina Constanza
y acompa?ado de operarios y gente armada, hizo derribar las
puertas, despojar y purgar el templo de todo lo que pertenec?a al
culto musl?mico, poner altares a estilo cristiano, y colocar en la
torre una campana que mand? tarter para convocar al pueblo ra
los oficios divinos. Indign? mucho, como era natural, a los mahome
tanos ver tan pronto y de tal manera violada una de las condicio
nes de la capitulaci?n, por la cual se hab?a estipulado dejarles el
uso de aquel templo, y como aun constitu?an la mayor?a de la
poblaci?n, estuvo a punto de moverse un alboroto que hubiera
puesto. en riesgo la ciudad. Cont?volos por fortuna la esperanza
de que el Rey anular?a lo hecho por el arrebatado Arzobispo.
Irrit?, en efecto, tanto a Alfonso la noticia de aquella acci?n,
que desde Sahag?n, donde se hallaba, parti? en la mayor velocidad
a Toledo, resuelto a escarmentar al Arzobispo y a la Reina misma
como quebrantadores del solemne pacto celebrado por ?l con los
?rabes. Los principales vecjnos de Toledo; sabedores del enojo del
Rey, sali?ronle al encuentro en procesi?n y cubiertos de luto ... los
mismos musulmanes salieron a recibirle, y uniendo sus s?plicas a
las de los cristianos, arrodillados intercedieron para evitar un con
flicto. Se abland? el ?nimo de Alfonso, y otorgando el perd?n, hizo
su entrada en Toledo.
Tal es la leyenda.
En toda esta exposici?n de lujosos pormenores, 'dos interesantes
extremos debemos examinar: refi?rese el primero al pacto de las
capitulaciones celebrado entre el monarca y los habitantes de la
ciudad, admitido por los antiguos y modernos autores; el segundo
se contrae a los actos posteriores de. violencia realizados por la
Reina y el Arzobispo Bernardo, apoder?ndose de la Iglesia mayor
que era mezquita de moros.
b Qu? autores vieron las referidas capitulaciones? Presumible