?olefin de la 'Real ilcadem?a Gallega 67
se aceptaban y toleraban todas las circunstancias locales y porme
nores con que est?n ilustrados los relatos de esta ?ndole, porque
tend?an a cumplir el fin de dar dram?tico car?cter a los aconte
cimientos, hoy, en buena cr?fica, hay que descartar lo ingenioso
destacando los hechos hasta ilegar a reconstruirlos en todo su
esencial valor. En el aspecto hist?rico, este piadoso cuento, hay,
pues, que abandonarlo.
Expongamos algunas consideraciones encaminadas al referido
fin, siguiendo a los historiadores.
Era la privaci?n de todo g?nero de mantenimientos para los
sitiados, la principal arma de guerra de que se serv?a Alfonso VI.
Despu?s de haberse apoderado de varios pueblos cercanos, siti? este
monarca la capital, y empleando en ella igual m?todo, fu? perdida
por la .ciudad, como escribi? un historiador moderno, toda espe
ranza de socorro, y apurados por el hambre la mayor?a de los ha
bitantes en uni?n con los jud?os y con los cristianos muz?rabes,
expusieron al rey algo tumultuosamente la necesidad de que entrara
en negociaciones con el monarca. Diferentes veces salieron comisio
nados a tratar de paz, escribi? Lafuente, a . quien me refiero; man
. t?vose firme D. Alfonso en no admitir ni escuchar otra proposici?n
que la de entregarle la ciudad; por fin, la neoesidad oblig? a unos
y la conveniencia a otros a celebrar el pacto sobre las bases y con
diciones siguientes: se respetar?an la vida y hacienda de los tole
danos; no se les har?a pagar m?s que un tributo personal fijado
previamente; se les dejar?a la mezquita mayor para su culto, y
D. Alfonso se compromet?a a poner a Kadir en posesi?n de Va
lencia.
Present?ronse por una y otra parte los juramentos de cumplir
este tratado, y resuelto todo, el moro AlKadir con ? sus oficiales,
sali? para esa ciudad, y de esta manera volvi? Toledo a poder de
los reyes cristianos despu?s de 364 a?os cumplidos de estar so
metida al dominio sarraceno.
El rey Alfonso, como medida pol?tica acertada, fij? por alg?n
tiempo sus reales fuera de la ciudad, hasta que, bien seguro del
favor popular y de que nada podia temer de la poblaci?n musul
mana que era mucha, hizo su entrada en Toledo el 25 de mayo de
1085, ocup? el Alc?zar con toda su corte, y desde entonces v?lvi? ,a
ser Toledo la capital del imperio cristiano.
Seguidamente el rey congreg? en concilio a los Prelados y
pr?ceres, en el c?al, restaur? la antigua Silla metropolitana, eligi