' q
294 $oletfn de la Real Academia Gallega
las de sus libros.:D? ellas se desprende que ?no pide admiraci?n,
sino cari?o. I Siempr? mujer! ? (1).
D??lese por eso, el ilustre ?Azor?n?, y muy justamente por
cierto, no de la preterici?n si no del desconocimiento que se tuvo
de la obra del gran pieta. Sabido es como se ejerce generalmente
la cr?ti?a, y como suele procederse entre nosotros. Hay una gran
pereza y un santo horror al estudio y es m?s f?cil y c?modo seguir
por el camino trillado, que emprender nuevos derroteros, por te
mor a lo desconocido. Por eso se perpet?a lo dicho primeramente,
porque despu?s todo se resuelve en labor de copia, y por falta de
nuevos an?lisis o por carencia de valor para hacer frente a dogma
tismos y prejuicios establecidos, quedan estatu?dos los precedentes,
y en Espa?a, lo mismo en literatura que en todos los ?rdenes so
ciales son terribles los precedentes, que se consultan siempre, por
no encontrarse con arrestos para establecer otros nuevos.
Tan es as?, que uno de los m?s ilustres cr?ticos espafloles, el
de mayor autoridad entre los modernos, D. Manuel de la Revilla,
no pudo sustraerse ni a los prejuicios ni a los precedentes, al juz
gar nuestra poes?a regional, con motivo del hermoso tomo de
versos de Alfredo Vicenti, publicado en 1877 con el t?tulo de Re
cuerdos, y dijo : ?Un vago y melanc?lico lirismo en que rara vez
? hay una idea concreta ni un sentimiento definido; algo parecido
?a la saudade portuguesa, he aqu? la nota distintiva de los numero
? sos vol?menes que en estos ?ltimos a?os brotan de las prensas
? gallegas ?. Publicada ya entonces, 1872, la segunda edici?n de
Cantares de Rosal?a, sus 'inmortales versos fueron inclu?dos entre
los numerosos vol?menes de que nos habla el cr?tico.
Pero si en Madrid, si en el resto de Espafia pudo pasar sin
ser notada Rosal?a y ?en tanto que all?, entre la sociedad literaria,
todo era artificio, estr?pito de lisonj as mutuas, tr?fago de vanida
des? (2), en Galicia, en la patria por ella tan amada, no sucedi?
as?. Si en la capital del estado, su prensa, sus . literatos y sus cr?
ticos, prestasen un poco m?s de su atenci?n desdefiosa hacia todo
lo que procede de las provincias, hubieran visto, desde los primeros
momentos, como a Rosal?a, en su pals, se la consideraba como uno
de los m?s grandes poetas, no tan s?l? del Parnasillo regional, si
no del Parnaso nacional, y no hubieran pasado tantos a?os sin
que su personalidad hubiese sido reconocida por cr?ticos, acad?
(1) BESADA. Dlscureo, p?gina 39.
(2) eAzosrnr. Leyenda a los poetas; Rosal?a de Castro.