Bolet?n de la "Real ylcademia Gallega 7
anchas para un establo. Y si eso fu? establo ?por qu? no pusieron esa
pila al lado del r?o que pasa a menos de 200 metros de aquellos restos?
M?s f?cil hubiera sido llevar all? el ganado que traer el agua hasta
aqu? para que beban ganados que pacen todo el d?a al aire libre, pues
no pod?an ser otros los que all? se albergasen. Y cuanto m?s pensaba
en esto, menos me parec?a cuadra y m?s me inclinaba a pensar que
deb?an ser aquellos murallones restos de un antiguo templo pagano.
Me imaginaba que acaso sobre aquel altar eran incinerados los
h?roes, cuyos restos guardan las innumerables m?moas que cubren la
planicie de la monta?a: acaso al lado de ese altar, mientras el fuego
consum?a el cad?ver del h?roe, trabajaban los lapicidas, con el esmero
que ellas demuestran, las grandes losas que forman sus sepulcros. En
este supuesto, tendr?a clara explicaci?n el car?cter de las piedras que
forman esas paredes y la arena que en el centro de ellas echaron. Y a
la verdad, el sitio por lo silencioso y solitario, por el horizonte inmenso
que de all? se descubre y por lo recogido que al mismo tiempo lo hacen
por un lado las grandes pe?as del cerro y, del otro la monta?a que
sigue elev?ndose, convida a levantar el coraz?n a Dios y cantar un
himno eterno al Criador.
Para aclarar estas dudas mand? en el verano de 1903, abrir ?
una zanja al pi? de lo que juzgo altar, y se hallaron varias capas de
una tierra no negra como la del monte, sino parduzca y blanquecina,
enteramente igual a la que se hall? en un dolmen que ligeramente se
explor?. Unicamente se distingu?a de ?sta, en que la pr?xima al. altar
carec?a de carbones que eran abundantes en la del dolmen. ?Ser?a pues,
templo ese edificio? ?Ser?an altares esas excavadas pe?as? J?zguelo
el lector: yo cuanto m?s lo pienso, m?s y m?s me lo persuado y m?s
se lo persuadir?n, seg?n creo, cuantos, entendidos en estas cosas,
visiten aquel lugar, que no solo templo sino un gran centro de culto
debi? ser. Unicamente debo advertir a mis lectores, que cuando aquel
lugar visiten, procuren mandar cortar antes el tojal enorme que all?
crece, de otro modo les suceder? lo que a m? cuando volv? ?a estudiar ?
aquel sitio en 1910, en que tan crecido lo hall? que fueron por entero
in?tiles los trabajos de mi subida a tal altura. Era aquel matorral
impenetrable y no fu? por eso hacedero a?adir nada a los datos que
hab?a a?os antes recogido. Ellos con todo bastan a mi entender, para
hacernos creer con bastante fundamento que es este uno de aquellos
sitios de los cuales dice H?bner que c no solo de las casas, poblaciones
y sepulcros de los habitantes primitivos han quedado algunos restos,
sin? tambi?n de los lugares en que sol?an venerar sus dioses. Aun
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