10 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
experiencias de Leeuwenhoek que hall? en los dientes mayor
n?mero de "insectos que hay de hombres en todas las provin
cias reunidas" ".
Su asombro crece de punto al hacerse esta reflexi?n: ?Qu?
diremos de los esp?ritus animales? Los del elefante son unos
corp?sculos tan peque?os que huyen de la vista. "Los de estos
animalejos [microsc?picos] tienen la misma proporci?n con el
cuerpo de ellos que los del elefante" ". Y predice Feijoo que to
dav?a se est? en los umbrales de la ciencia, vislumbrando los
actuales adelantos.
?Qu? decir de todo este material feijoniano? El mundo de
sus minut?simos insectos lo llena todo, y cita los "insectos del
agua", que hab?an de dar lugar a las maravillosas amebas o
amibas; "los del vinagre", donde se desarrollan los infusorios;
la lecha, las piedras... todo un mundo infinito de animales mi
crosc?picos en visi?n de un futuro asombroso. No hab?a ese
mundo de insectos que el Maestro imaginaba, pero s?, exist?a
un universo microsc?pico de infinitas posibilidades en n?mero
y en propagaci?n. S?lo con pensar en los foramin?feros, hay
lo suficiente para pasmarnos: ellos llenan los mares y cubren
la tierra. Obras tan gigantescas como las pir?mides de Egipto,
est?n formadas de infinidad de conchas microsc?picas de fora
min?feros. Un naturalista examin? al microscopio varias mues
tras de piedra caliza y "calcul? que en un cent?metro c?bico
hab?a los restos de nada menos que dos mil individuos, lo cual
quiere decir que en un metro habr?, por t?rmino medio, dos
mil millones de foramin?feros, cifra superior a la de la pobla
ci?n del mundo" ".
Esta ojeada ser? completada con el punto siguiente; pero
merece un colof?n que vamos a grabar con estas palabras del
mismo Feijoo: "?Parece que hemos llegado a los ?ltimos bor
des, donde el ser confina con la nada, ?oh!, qu? lejos estamos
a?n de las m?rgenes de aquel abismo. A?n resta infinito ca
mino para llegar a ellas'''".
25 Teatro, V, Discurso 2. p?g. 43 y sig.
" Id., VII, p?g. 10 y sig.
27 Los animales microsc?picos, por ANGEL CABRERA, EspasaCalpe, Madrid
, 1955, p?g. 31.
28 Teatro, VI, Disc. 6.