BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 347
del,' eminente pol?grafo' coru??s Men?ndez Pidal,> que honra a la
Real' Academia Gallega ostentando su t?tulo de miembro de honor.
Pregunta: ??Qu? : era un juglar? ? Y es clara su contestaci?n.
?Se llamaba juglar a cuantos hac?an profesi?n de divertir a los
hombres?, y a?ade que juglares eran todos los que ganaban la
vida ,actuando ante un p?blico para recrearle con la m?sica o con
la literatura .o con la charlataner?a, o con juegos de manos, de
acrobacia, dem?mica.
Men?ndez Pelayo, es de an?logo parecer: consider? la juglar?a
el' moda de mendicidad m?s alegre y socorrido y a ello se dedi
caban lo mismo infelices lisiados que truhanes y chocarreros, es
tudiantes noct?mbulos, , cl?rigos vagabundos y tabernarios, y, en
general, todos los desheredados de la naturaleza y de la fortuna que
pose?an alguna, aptitud art?stica y que gustaban de la vida al aire
libre o ten?an que conformarse con ella por dura necesidad.
No podemos hacer . esta evocaci?n del juglar sin recordar
como ya se hizo en la ocasi?n aludida? a la famosa juglaresa
gallega Mar?a P?rez 'la Balteyra, bell?sima mujer mundana que
tra?a alborotados a, todos los . trovadores de, la corte de Alfonso X
y , aun al propio monarca (C?sar , Vaamonde Lores). .
? De su vida tratan, diversos estudios de Carolina Micha?lis de
Vasconcellos sobre el Cancionero de .Ajuda,,y el propio Men?ndez
Pidal.
Las noticias que se tienen de tal juglaresca ?apuntamos nos
otros? son poco satisfactorias en orden a su moralidad, y as? la
retrataban los propios trovadores como Juan V?zquez, que en una
trova del Cancionero de, 'ColocciBrancuti la acusa de graves pe
cados, y que ya retirada de vieja a Compostela, ante el tribunal de
la penitencia, acord?ndose de los felices tiempos de su juventud,
dice al confesor: ?Son vell.a, ay, capel?n? .
.
endemoniadas picard?as de la Balteyra? Pero desvanece toda du
da lo que escribe el docto marqu?s de Valmar en su estudio sobre
las ?Cantigas? de ' Alfonso el Sabio, expresando que el legislador,
el sabio, el fil?sofo, el civilizador de Castilla toma parte en el coro
desaforado de los cantares de Mar?a Balteyra y parece como que
envidia el triunfo al poeta Pero d'Ambroa, favorecido en aquella
ocasi?n por la hermosa liviana, sin dejar por eso de hablar de ella
en los versos con el grosero y despreciativo desenfado que merec?a.
Pero las envidias que suscitara este favorito de la buena moza