148 BOLET?N DE LA ACADEMIA GALLEGA
dedicadas al servicio de la regi?n en general y de Lugo en par
ticular.
Pero a la manera de muchos otros profesionales del pe
riodismo, Vega Blanco hab?a ido a parar a las covachuelas de
la empleoman?a o de la burocracia, como se dice ahora, buscando
los recursos que no proporciona aquel ingrato oficio, para subvenir
a las necesidades materiales de la vida. Lejos de ser un par?sito ?
de la n?mina trabaj? sin descanso y con el acierto que le era pro
verbial, mostr?ndose respetuoso y disciplinado con los jefes, cor
dial y expansivo con los compa?eros, afable y cari?oso con los su
balternos, ecu?nime y sereno ante los conflictos sociales en que
intervino como Gobernador interino. Y en las relaciones cons
tantes con el p?blico, ? ah!, iba m?s all? del favor para el amigo
y la justicia para el adversario que preconizaba D. Antonio Maura.
Ateni?ndose a la piadosa m?xima del refranero, hac?a el bien sin
mirar a qui?n, porque Vega Blanco no sab?a de odios, rencores,
celos mal reprimidos, intrigas rastreras. Y ese candor infantil
hubo de costarle traslados de residencia con perjuicio irreparable
de sus intereses, la amargura de bochornosas pretericiones, el
apartamiento, en fin, del contacto espiritual con las Letras, cuando
aun pod?a iluminarlas con el destello de su claro entendimiento...
Todo para no alcanzar, por ?nica rehabilitaci?n, m?s que el
concepto p?stumo de bueno y servicial, en que coincid?a un?nime ?
la conmovida muchedumbre que le acompa?? hasta la ?ltima
morada.
? INDALECIO VARELA LENZANO.
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