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BOLETÍN DA REAL ACADEMIA GALEGA
que, alomenos mentres non se resolvesen os problemas fundamentais de Galicia, só servían para perpetuala súa prostración e sometemento. Pero esta arela unificadora implicaba, nas condicións sociopolíticas concretas da Galicia finisecular, a renuncia a un verdadeiro programa, fóra das reivindicacións lingüísticoculturais e autonomistas. Os pronunciamentos de Murguía, como os de Brañas, en La Patria Gallega, voceiro da Asociación Rexionalista, son por tal motivo dun teor moi vago, mesmo cando se dirixe ós galegos da emigración. Na súa longa resposta á adhesión do Centro Galego de La Habana á Asociación, deixa patentes asemade os estrictos límites e a total imprecisión dunha reivindicación rexionalista que se xustifica cunhas claves historicistas que poidan ser asumibles tamén polos tradicionalistas:
...y que los gallegos de allá como los de acá, quieren, ya que no el h o m e r u l e (enérgica frase en que resumió Irlanda sus anhelos nacionales) al menos que se nos devuelva siquiera aquella libertad provincial hasta ayer poseída, dejándonos gobernarnos y entender nosotros en nuestras cosas: no fuera ni contra el Estado, entiéndase esto bien, sino á su lado y formando parte integrante de él: que no en vano la bandera de Galicia ondeó bajo el cielo de Lepanto, y soldados gallegos, haciendo en 1813 los últimos disparos contra los franceses, obtuvieron en las alturas de San Marcial, aquella memorable victoria, que puso el sello á las ganadas por los españoles en la gloriosa guerra de la Independencia! [...] Basta con abrir nuestra historia y aprovechar sus lecciones. Ellas nos dicen lo que debemos querer y lo que debemos esperar. Ellas justifican y legitiman nuestros esfuerzos. Galicia es una nación y en otro tiempo fué un Estado y que después gozó por largo tiempo de una autonomía, restringida es cierto pero que le permitió conservar nuestra vida nacional, muerta en el presente siglo, á manos de una absurda y abominable centralización. [...] Pues bien, ¿acaso los regionalistas gallegos pedimos otra cosa que lo que ya hemos tenido, sin que por eso padeciese lo más mínimo la integridad del Estado? [...] Queremos vivir nuestra antigua vida y conservar las viejas instituciones, porque son nuestra carne y nuestra sangre, pues si hay algo en ellas que no se acomode á las exigencias del momento, algo que necesitemos poner en consonancia con las aspiraciones modernas, de nuestra alma gallega y del espíritu que anima nuestra sagrada tradición queremos sacar cuanto haya que amoldar las cosas del pasado á los actuales tiempos y sus ineludibles necesidades. Queremos conservar lo que nos es privativo y nos imprime carácter y señala como pueblo distinto. Queremos continuar nuestra historia provincial, interrumpida hace sesenta años [...] Queremos en fin que no sean ajenos los que resuelvan indiferentes con su voto, cuestiones vitales para nosotros pero que ellos desconocen.
Esta mensaxe, case exclusivamente fundamentadora, dificilmente podía contribuír a consolidar e desenvolver unha organización política que xa o tiña