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94 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
pasar por uno de los pozos m?s hondos, en lugar de formar
tumultuosa corriente, se deslicen mansamente, obedeciendo
la voz de la Virgen Mar?a, que al atravesar en su vida terre
nal aquellos parajes, orden? dulc?sima: ?R?o *Mi?o, vai cala
di?o, non me despertes ao meu meni?o?
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IV
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Murgu?a, el insigne Murgu?a, insigne por' haber iniciado
en Galicia tantas floridas sendas de estudio, dedica al culto de
las aguas, en uno de sus libros, una amena lecci?n. Cuevillas,
el prehistoriador y etn?grafo sagaz, ha iluminado con nue
vas luces el culto de las fuentes en el . Noroeste peninsular.
Tan ancho es el campo de trabajo, que a todos se nos puede
reservar una parcela en ?l.
' Por de pronto, hay que agregar al objeto de la investi
gaci?n lo relativo a las lagunas y al mar como ente sagrado.
Nos interesa de modo principal el hallazgo de datos con
que averiguar lo referente a las viejas teogon?as prerromanas
de nuestra tierra, mejor que seg?ir el 'rastro de los dioses del.
pante?n grecoromano relacionados con las aguas, salvo en
cuanto oculten primitivos cultos. Dejemos, pues, a las fuentes
c?lebres, cuyas virtudes cant? la antig?edad en los poetas
cl?sicos, las fuentes Bandusia, la Helicona o de Hipocr ene,
que hizo brotar Pegaso, la de Clitor, en la Arcadia, y la fuente ?
siracusana de la?ninfa Arethusa, la de Patr?s, frente al tem
plo de , Dem?ter, y la de Cassotis, ante el de Delphos, en la
Ph?cida, o la de Mercurio, en la puerta Capena de Roma,
para interesarnos m?s por la fuente Divona y los lagos sa
grados de la regi?n de Tolosa, entre los celtas de la Galia, c?e
las tribus Tectosages y por las aguas del Rin, sagradas en
? tre los germanos.
Prescindamos tambi?n de la leyenda dorada de las 'aguas,
nacida de los textos hagiogr?ficos, al santificar los cursos de
agua o los manantiales prestigiados por hechos, trabajos,
martirios o simple paso de, santos cristianos, cuando no por
milagros relatados en los libras sagrados del cristianismo,
como el "cambio' del agua en vino o la marcha sobre las on
das, que hacen objeto de respetuoso recuerdo al r?o Jord?n
o al lago de Tiberiades.
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