I2 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
los milagros de los duendes y esp?ritus familiares, acogidos con enga
?osa fe por la generalidad de las gentes y, a veces, por aquellos que
parec?an obligados a un mayor respeto a la verdad? Y esto ocurri? en
aquellos tiempos en Espa?a y en otros pa?ses, y el P. Feij?o exclama:
?Oh, cu?ntos hurtos, cu?ntos estupros y adulterios se han cometido cu
bri?ndose los agresores o los medianeros con la capa de duendes...
La comedia de ?La dama duende? se representa m?s veces que se
piensa, porque hay muchas damas que son duendes, como tambi?n mu
chos que se hacen duendes por las damas? (1).
El juicio remitido respecto al estado de decadencia de Espa?a en el
siglo de Feij?o mereci? algunos reparos de Men?ndez Pel?yb.
Claro es que si se compara esa centuria con la que le precedi?
del xvi y parte del xvli, es evidente la inferioridad del xvni. Aqu?l se
titul? con justicia el siglo de oro de las letras espa?olas que compren
de no s?lo a literatos y dramaturgos, sino tambi?n a fil?sofos y pol?
ticos, como Vives, Vitoria y Su?rez, que han trazado luminosa ruta en
la historia de la cultura nacional; pero desde luego, no pudo ser
el XVIII comparable ? a aquellos tiempos.
Creemos que al discutir este interesante tema no se 'hizo la dis
tinci?n debida entre unas y otras actividades, y hay que reconocer sin
embargo que si no figuras de altura como las se?aladas, se ofrecieron
en 'el siglo de Feij?o dramaturgos, literatos y poetas de notorio m?
rito, como Morat?n el padre, Ayala, Jovellanos, Mart?nez de la Rosa,
Iriarte, Ram?n de la Cruz, y como prosistas did?cticos el P. Feij?o,
Campomanes, Forner (2).
Donde realmente reside la decadencia de Espa?a en aquella ?poca
ha sido en orden a las disciplinas cient?ficas y a los vicios, errores y
falsedades que entonces se acrecentaron en testimonios verdaderamen
te 'escandalosos. Las milagrer?as, las supersticiones, el extrav?o de las
gentes en materias que ven?an a afectar en definitiva a la pureza de
la fe, a las normas de interpretaci?n de las doctrinas cat?licas, hab?an
invadido tumultuosamente en la conciencia del pueblo, y, lo que era m?s
grave, se extendieron a algunos que se consideraban comprendidos en ?;
tre las clases cultas de la sociedad.
Y contra tantas y tantas desviaciones del buen juicio erigi? tribuna
en sus escritos el gran benedictino gallego.
Es verdad que, para juzgar el estado de cultura de un pueblo no
es suficiente que en ?l hubiese surgido alguna figura genial. Es pre
ciso conocer cual fuera el grad? de instrucci?n y de moralidad de la
masa, de la llamada muchedumbre.
En el siglo xvni es indiscutible que la masa popular en Espa?a
estaba invadida de la m?s grave de las infecciones, dominada por la
inmoralidad, las supercher?as y la intolerancia,
Y contra todo esto luch? Feij?o, como un gigante. Se advirti? par
((1) P. Feij?o: Duendes y esp?ritus familiares.
2) Mudarra: Literatura general y espa?ola.
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