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?poletmn de la Real "4cademia Gallega 285
importantes adhesiones y de una sentida y hermosa oraci?n en que el
Presidente Sr. Murgu?a hace la presentaci?n del Acad?mico. Siguen
los elocuentisimos discursos de los Sres. Correal, Garcia Ramos y
? Marcelo Macias. Inr?til ser? decir cuantos y cuan espont?neos aplausos
premiaron la exquisita labor de los oradores.
Una gran ov!ci?n resuena en el sal?n. Es que el Sr. Pel?ez se
acaba de levantar para dar comienzo ? la lectura del tema escogido
para su discurso.
e,Qu? decir de el? Baste se?alar que vers? sobre el eminente gallego
Fray Martin Sarmiento. Sabiendo cuan grande es la admiraci?n que el
Sr. Pel?ez profesa hacia esta gran gloria gallega, ? la que lleva consa
grada algunas obras, innecesario ser? decir cuan maravillosos y grandi
locuentes resultaron on labios del lector los esculturales p?rrafos en
que un gallego de adopci?n elogiaba la aun hoy no bien comprendida
labor del gran pol?grafo gallego, hombre superior ? su siglo, resumen
y compendio de la sabidur?a de su tiempo y un vidente en cuanto al
porvenir.
Aplausos tras aplausos recibi? el ilustre prelado durance la lectura,
y la ovaci?n fu? mayor cuando puso t?rmino ? su trabajo.
Nada diremos de el: los que han tenido la fortuna de escucharlo,
saben que p?lidos ser?n cuantos elogios se le tributen: los que no han
oido las elocuentes frases del Obispo podran tener una idea imperfecta
del acto el d?a en que se publique, que no tardar?, la hermos?sima y
erudita conferencia del Sr. L?pez Pelaez, conferencia ? la que la clara
y en?rgica dicci?n, la arrogante presencia y la acci?n del orador pres
taron marco digno de tan hermoso cuadro.
Nada m?s diremos: La Real Academia Gallega que nunca se ha
envanecido con cuantos actos solemnes y hermosos lleva efectuados,
hace hoy una excepci?n y en sus efem?rides registrar? orgullosa el re
cuerdo de los actos de agasajo tributados por un pueblo agradecido ?
quien supo adue?arse de sus cari?os por su lalento, por su bondad, por
sus virtudes y por el amor ? las glorias de la noble tierra gallega.
Al ausentarse de nuevo de esta hermosa regi?n nuestro ilustre y
querido compa?ero, llevar? entre las arnarguras de la ausencia los afec
tos y cari?os de un pueblo que no debe, ni puede, ni sabe ser ingrato
con aquellos que bien le aman.