BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 137
La Pardo Baz?n precisa a este respecto en el pr?logo, que
se equivocar?a quien la reproche por haber seguido el natura
lismo violento de Zola:
"Afortunadamente, el pueblo que copiamos los
que vivimos del lado de ac? del Pirineo, no parece
todav?a, en buena hora lo digamos, al del lado de all?.
Sin dar en optimista, puedo afirmar que la parte
del pueblo q?e vi de cerca cuando trac? estos estu
dios, me sorprendi? gratamente con las cualidades
y virtudes que, a manera de agrestes renuevos de in
culta planta, brotaban de ?l ante mis ojos" (41).
Toda su pintura hace resaltar la solidaridad de las cigarre
ras a pesar de las discusiones por los problemas politicos entre
obreras llegadas de la aldea y obreras de la ciudad. La genero
sidad se resalta y resplandece el d?a en que una de ellas se ha
visto obligada por la miseria a robar ?crimen abominable
un cigarro.
"En fin no era raz?n dejar morir de hambre a
los chiquillos de la Rita" (42).
A la espontaneidad de las relaciones humanas corresponde
tambi?n la sinceridad de la fe. Su piedad se nutre de creencias
conmovedoras, y en la capilla de la f?brica las cigarreras en
cienden el d?a de la 'Candelaria las "candelicas" por los ni?os
muertos en edad temprana.
"Siendo el origen de traer estas candelas la creen
cia de que los ni?os muertos antes del bautismo y
sepultados en las tinieblas del limbo s?lo el d?a de la
Candelaria yen un rayo de claridad" (43).
Las alegr?as y las penas hacen objeto de oraciones a la vir
gen de las cigarreras; as? cuando Amparo es admitida en la
(41) Ag., t. II, pp?g. 116.
(42) Ag. ,Cap?tulo 29, "Un delito".
(4S) Ag. ?Cap?tulo 27, p?g. 185.