BOLETfN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 131
tico : los ` paseantes son despojados de su personalidad y redu
cidos r?diculamente a simples aut?matas. "Guardando escrupu
losamente la derecha", que la chaqueta, el sombrero o la som
brilla permiten cataloger bajo la r?brica "notabilidades, j uven
tud dorada, etc." (28).
En Rodando, en la cual el p?seo tiene lugar en la Calle Ma
yor, durante el invierno, el aspecto democr?tico de aquel pasa
tiempo en el cual todas las clases sociales se mezclan, lo pone
de relieve el protagonista (29).
Adem?s del sacrosanto paseo, los habitantes de Marineda
gozan tambi?n de representaciones teatrales, y la Pardo Baz?n,
con gran humorismo, saca a escena en Por el arte (so) a un fun
cionario madrile?o convertido en una eminencia gris de Mari
neda por haber frecuentado el gallinero del Teatro Real de Ma
drid. Con gran labia describe la excitaci?n de la ciudad al anun
cio de la llegada de una Compa??a de Opera, y la ovaci?n re
cibida por la diva cuando los espectadores se aperciben .que por
1 parte de la pe?a de los llamados conocedores parece que se
aprecian grandemente sus talentos.
Los conocimientos de Marineda en materia teatral est?n por
? otra parte sujetos a cauci?n, y en el cuento La Dama Joven, la
autora describe el medio en que se desenvuelven los artistas
aficionados del "Casino de Industriales" (sin duda la Reuni?n
de Artesanos que concentra las actividades de los coru?eses,
amantes del arte y de la literatura).
Con ocasi?n de una velada de beneficencia, el p?blico has
tante aburrido en un principio por la actuaci?n de la actriz
aficionada (una joven obrera) no cesa de bostezar hasta que
, aparece en el palco de honor un gran artista llegado para pre
sidir la sesi?n. Poco a poco la fe de un entusiasmo aut?ntico de
conocedor es lo que hace despertar de su sopor a la sala entera.
"Paseo", teatro; estas son las distracciones que re?nen a la
sociedad marinedina. Fero la vida de los hombres seria Moon
(28) Ag., t. II, p?g. 123.
(29) Ag., t. II, p?g. 1.415.
(s0) ,Cuentos de Marineda, t. I, p?g. 1.243.