}
Doleltn de la Real ylcademia Gallega 85
En sus m?rgenes se dejaron sentir varias veces los efectos de la
ambici?n de los magnates gallegos que en la edad media las tomaron
como teatro de sus luchas, en las que se disputaban la legitimidad de
los derechos que tertian ? dec?an asistirles sobre territorios diversos,
hasta el extremo que las aguas del Iso varias veces se vieron enrojeci
das con la sangre derramada en los combates.
Due?os de los territorios de la derecha margen los prelados Com
postelanos, separados tan s?lo por la escasa corriente del r?o de los
terrenos de la otra margen, dominados por poderosos ? intrigantes se
nores, sus relaciones de vecindad se hicieron tirantes, resinti?ndose del
car?cter guerrero de la ?poca. Cierto que antes de llegar ? las v?as de
hecho, se procur? por medios pac?ficos aclarar los diversos derechos.
Por virtud de esto, se otorg? una escritura por los Condes Gimeno
Diaz y Arias Alvitice, en tietnpo de D. Ramiro II, en la que se se?alaba
el do Iso como l?nea divisoria entre Aveancos y Cornado.
Tiempo despu?s de donado por D. Ordo?o III el condado de Cor
undo ? la di?cesis Compostelana, el Obispo D. Sisnando II ratific? con
e1 conde D. Gonzalo Men?ndez dicha divisi?n por el Iso.
Mas transcurridos altos y alterada esta, el Obispo D. Pelayo apel?
ante D. Alfonso V, logrando en el a?o 1007 una sentencia en su
favor, que conservaba corno l?mite el tantas veces repetido r?o.
M?s tarde, y continuando las diferencias sobre la posesi?n de las
tierras entre el Ulla y Tambre, el conde D. Froilaz ? Froil?n; Op del
Obispo de Compostela, despu?s de una paz ficticia, asesin? en Padr?n
? su sobrino el Obispo Gudesteo, con las horrorosas circunstancias que
la historia compostelana refiere.
Tales son, ? grandes rasgos descriptas, las causas que dieron lu `
gar ? sangrientos sucesos en las rn?rgenes del Iso.
Hay un per?odo en la historia de Galicia que brilla con una luz tan
esplendorosa que la de los dem?s pueblos cristianos de la peninsula,
queda altamente obscurecida.
Tal es el de la minoridad de Alfonso VII, ? la vez que del paso de
Gelrnirez por la Sede de Compostela.?
Estudiada esta ?poca de guerras, de intrigas, de grandezas y ? la
vez de miserias, en todos los ?rdenes de la naci?n, por afamados histo
riadores, no vamos m?s que ? ocuparnos incidentalmente de ella en
cuanto se refiere al objeto de este art?culo, dejando para personas com
petentes desarrollar ? desenvolver los enmara?ados sucesos de la cita
da ?poca, que, seg?n opinion de Herculano, dar?n mucho que hacer al
historiador.