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? 106 ijoiettn de la Real $cademia Gallega
mejores pruebas de esa primitiva navegaci?n, pudi?ndose asentar que
constituyen la clave. de las repetidas tradiciones irlandesas .y de la m?s
exacta interpretaci?n de la Orae Maritimae de Avienus. Porque, en esta
norte?a localidad, situada al extremo de una. estrecha y montuosa pen?n
sula de 7 kil?metros de largo, completamente destacada al Oc?ano, que
tuvo que ser jal?n.. obligado para las derrotas superoccidentales, concurren ?s
tres singulares hechos arqueol?gicos de una importancia decisiva, corres
pondientes a un mismo ciclo hist?rico, que vienen a confirmar una vez
m?s que los datos arqueol?gicos resultan siempre los elementos m?s se
guros para los estudios de geograf?a antigua. Son estos:
La existencia de una gran escollera de car?cter primitivo para formar
con ella un gran fondeadero artificial en aquella rada abierta; el hallazgo,
en la ladera que fronteriza la escollera, adem?s de muchos restos de la
civilizaci?n romana, de dos interesantes capiteles gran?ticos, micenianos
para unos y protod?ricos para otros, con influencias de arte egipcio, y
de varias monedas p?nicas de los siglos u y rrr antes de J. C., procedentes
de Gades, Abdera y Sex, y, por ?ltimo, la notable coincidencia que desde
sobre este puerto y todo a lo largo de las asperas crestas de la sierra madre
Faladora, que en la Estaca viene a morir, siguiendo el curso del Sor (que
asimismo en esta r?a desagua), va un viejo camino flanqueado en toda su
longitud de 4o kil?metros, por unos ochenta t?mulos prehist?ricos, hasta
el gran valle, de Puentes de Garc?a Rodr?guez, en plena, monta?a, donde
el hombre primitivo tuvo un` gran centro de actividad, a juzgar por los
grandes recuerdos . que de su paso ha dejado all?. Preciosos datos todos
ellos, que por si solos nos testimonian de manera indubitable la t?sis que'
vengo sosteniendo, de haber existido en el puerto bar?s una importante
estaci?nfactor?a o emporium de los navegantes, anteriores en muchos
siglos a nuestra era; pero nunca de los d?biles barquichuelos de mimbres,
forrados de cuero, que seg?n Estrab?n, usaban los gallegos a?n en tiem
pos de la conquista romana. Examin?moslos con alg?n mayor deteni
miento.
Constituye la rada de Bares una playa semicircular, completamente
abierta a los predominantes vientos del primer cuadrante, y los primeros
mareantes que all? precisaron establecerse para el mejor desenvolvimiento
de su actividad comercial, a fin de darle condiciones de seguridad que
permitiese el resguardo de sus naves contra malos tiempos de fuera,
tuvieron que acometer, a costa de enormes, de colosales esfuerzos, la ar
dua empresa de amparar la ensenada, por ese lado, con una gran escollera
acertadamente trazada que a?n sigue defendiendo el puerto. Alcanza cerca
de 300 metros de largo por m?s de 4o de ancho en la base, y a?n hoy