266 ijole?n de la Real ycademia Gallega
Dur?n Cao, Gonz?lez Rodr?guez, Molina,' Boed?,'Lage Lodos, Ledo y el
secretario se?or Mart?n Mart?nez.
El pend?n de la ciudad, con amplia lazada de cresp?n, fu? conduci
do por el teniente de alcalde se?or Lage.
Una inmensidad de p?blico segu?a a continuaci?n de la banda
de Isabel la Cat?lica, qu? interpret? durante el trayecto, una inspirada
marcha f?nebre, de que es autor el veterano notable compositor gallego
don Francisco Oliva. En la comitiva figurabanlos alumnos de la Escuela
de Comercio, del Instituto, Escuela de N?utica y no pocos trabajadores
y dependientes del comercio local.
Al ponerse el cortejo f?nebre en marcha, fu? impresionada, desde la
Cuesta de San Agust?n, una pel?cula por la Empresa ?Celta film?, titu
lada < Un viaje a trav?s de Galicia y Asturias ' que, con destino a Am?ri
ca, se est? confeccionando en ambas regiones.
EN EL CEMENTERIO
Ya anochec?a cuando la comitiva lleg? al Cementerio, donde el al
calde despidi? a las primeras autoridades.
Hab?a all? tambi?n n?meroso p?blico que llenaba las calles del
sagrado recinto, hasta el cuarto departamento en que se hab?a abier
to la sepultura para recibir el cad?ver del ilustre historiador.
Con dificultad pudieron avanzar los j?venes que conduc?an el f?retro
y las autoridades y Corporaciones que le segu?an.
Un gran . silencio reinaba en la enorme muchedumbre cuando
el ata?d fu? dep?sito en la fosa. Rez? entonces el clero el ?ltimo respon
so, y cayeron sobre la humilde caja de pino que encerraba los restos del
grande hombre, brazadas de flores naturales con que manos cari?o
sas desearon darle el adi?s postrero de este mundo.
Rodeaban la sepultura los miembros de la "Real Academia Ga
llega, concejales, la Irmandade da Fala, el coro C?ntigas da Terra y los
familiares del finado.
Enton? el coro el himno regional, secundado por la masa que
se apretaba en torno. Luego, el Sr. Pe?a Novo, pronunci? un vibrante
discurso, haciendo notar la importancia del homenaje que acababa de
rendirse al insigne Murgu?a, recordando, en calurosa evocaci?n, a aquella
excelsa mujer con quien estuvo unido en vida, formando ambos el m?s
alto y extraordinario maridaje espiritual de que un pueblo pueda enor
gullecerse, y aconsej? a todos los buenos gallegos aprendan a estudiar las