6o BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA ? GALLEGA
la inscripci?n de. ,su sepulcro pueda ser ?posterior a la
muerte de Charino?, de quien, como vemos, ya tenemos un
competidor en Aviles. ?Y fuera el ?nico!
Y llegamos a un pimta interesante de este famoso' pleito.
Aquel en que el ilustre historiador y acad?mico de la Es
pa?ola, don Ces?reo Fern?ndez Duro, secretario perpetuo
que rue de la Real Academia dc la Historia, y presidente
de la Real Sociedad Geogr?fica, primero en sus Disquisicio
nes N?uticas, publicadas en 1878, y despu?s en su iritere
sante obra La Marina de Castilla, publicada en 1893, poco
despu?s de muerto, en La Coru?a, don Narciso 'Perez .Reo
yo, el 18 de julio de 1892, recogiendo lo que este autor en
su famosa pol?mica nos dice, se convierte, seg?n don Ar
mando Cotarelo, en ?extra?o enemigo p?stumo de Chari
no?, del que dice, como Perez Reoyo (al que sin mucho
analizarlo. Fern?ndezDuro sigue), que ni asisti? a la con
qu?sta de Sevilla, ni fu? almirante de Castilla, ni senor de
Rianjo, ni hay palabra de verdad en el epitafio, ?compuesto
mucho despu?s ?dice de que el ,ensalzado pasara a me
jor vida? . Con raz?n dice el se?or Cotarelo, que ?extre
m?ndose la duda, quiso negarse todo: la autenticidad del
sepulcro mismo y casi la existencia del sepultado?.
La esperada opini?n ,del ilustre historiador se?or Mur
gu?a, mi viejo y querido amigo y maestro, de quien tanto
al principio de mis ?andanzas arque?l?gicas? aprend?, opi
ni?n que, como se recordar?, tanto quer?a ver publicada su
b?en amigo y admirador, se?or P?rez. Reoyo, no surge
hasta et a?o 1888, en su nunca bien alabada Galicia, y es
muy de tener en cuenta, porque si alg?n defecto se puede
a Murgu?a, extremando lacritica, imputar, es cuando su Ca
ri?o a las c?sas de Galicia le fuerzan a confesar lo que 01
nunca quisiera decir. Y ?esa opini?n, por suya, y hasta por
el peculiar eclecticismo, con que a veces trata en ella de
sortear las dificultades y escollos que por muchas razones
este famoso pleito ofrece, conviene en todo lo posible ex
poner' y, al paso, tan s?lo, si ocurre, ligeramente comentar.
Comienza por decir, y en 01 ya no es poco, que ?el amor
a las glorias provinciales, si excusable, no siempre discreto,
ha querido en Galicia que un : su Almirante llamado Payo
G?mez Chari?o, rompiese con su nao un puente de barcas