278 Doletln de la Real Academia Gatlega
nuestros compa?eros de Academia los numerarios orensanos don
Marcelo Macias, D. Jos? Vega Blanco y D. Vicente Risco, lo mismo
que los electos D. Juan Dominguez Fontenla y D. Ram?n Otero
Pedrayo y los correspondientes D. Florentino L. Cuevillas, D. An
tonio Couceiro Freijomil y D. Emiilio Vazquez Pardo han tenido
para los que formaban la excursi?n coruilesa exquisitas demostra
ciones de afecto, que culminaron en un agasajo, gral?simo para
todos cuantos amamos el, arte popular de nuestro pals en sus m?s
puras y primitivas manifestaciones folkl?ricas.
La amabilidad de nuestros compa?eros orensanos y la afabi
lidad del Director de la Sucursal del Banco de Espana en aquella
ciudad, D. Nicol?s Dominguez, nos proporcionaron la ?ntima, la
amplia complacencia de oir un concierto de zanfona. Un concierto
de zanfona ona por el orensano se?or Santalices, Secretario del Go
bierno Civil de aquella provincia, es algo tan extraordinario, tan
sorprendente y tan admirable, que ciertamente maravilla. El po
pular y ya casi ignorado instrumento, que un tiempo fu?& compa?ero
de ciegos copleros y andariegos, animadores de rom?r?as con sus
graciosos donaires, y sembradores de alegr?as con sus picarescas
improvisaciones, adquiere en manos de Santalioes un art?stico aire
de prestancia insospechada.
La zanfona tocada por Santalices suena a cosa nueva por la
inesperada y se?oril elegancia de su sonoridad y de sus notas a
un tiempo ?giles, retozonas y graves. Y, sin embargo, es la misma
zan f ona cl?sica y t?pica, la antigua, la olvidada, la desconocida de
la generaci?n actual. Santalioes hizo el milagro de resucitarla con
la misma forma y alma que tuvo; tal como resucitaremos alg?n
dia nosotros en el Valle de Josaf at. Por eso, cuando los dedos del
artista recorren traviesos y juguetones el teclado de la zan f ona, por
la imaginaci?n de los que saben o?rla pasan las romaxes aldeanas,
las regueifas, los cantares picantillos, las coplas improvisadas, las
meriendas en el souto, a la sombra de los a?osos casta?os... y se
oyen las c?ntigas del siglo xiii de Martin Codax con su propia m?
sica... y parecen evocarse los antiguos trovadores y los viejos can
cioneros, que hablan de un remoto pasado, literariamente esplen
doroso... ELADIO RODR?GUEZ GONZ?LEZ.