Dolet?n de la Real Academia Gallega 165
qu? otra podia ser sin? la de un antiguo altar? Para otra cosa no parece
pudieran servir semejantes piedras, ni se v? que otro destino pudiera
darse a una columna y dos losas.
Pero hay adem?s el testimonio de la Historia Compostelana, a que nos
referiamos hace poco, que no parece pueda dejar duda en el ?nimo de
ninguno de mis lectores, pues tan a las claras hace patente la existencia y
autenticidad de los dos altares de nuestro Ap?stol, en aquellos remotos
(Has en que se escribi?. Lean y consideren sus palabras mis lectores, que
hallar?n en el cap?tulo xvit del libro t:
?Altare Sancti Jacobi quamtulacumque parvitatis extiterit, ne minus
vero dimcre judicemur, ex ipsius arula quantitate verius colligi potent. ?
Crescente d?nique in fidei cognitione christianar profesionis ? religione,
aliam arulam aliquamtisper majoratam a cultoribus sancta fidei superim
positam, antiqua antiquorum Patrum memoria tam fidelium verborum
enuntiatione, quam certa literarum subministratione, nobis evidenter in
sinuavit. Cceterum profatus Episcopus in augmentando sua Ecclesia deco
re solicitus vehementer, quoniam arula jam secunda augmentata, tantum
Apostolum minime decebat, apostolicum altare majorari debere pia con
sideratione consideravit?. Palabras que traduce en El Eco Franciscano, en
esta forma, el P. Su?rez?: ?Cuan menguado fuese en un principio el altar
de Santiago, podr? mejor colegirse de la dimensi?n de su peque?ita ara,
no sea que piense alguno que exageramos. M?s tarde, creciendo con el
conocimiento de la fe la religi?n cristiana, le sobrea?adieron los fieles
otra ara alg?n tanto aumentada, como nos lo di? a conocer evidentemen
te la vetusta memoria de los antiguos. Padres, ya mediante la tradici?n
oral de los cristianos, ya por el seguro medio de los escritos. Por fin, soli
cito sobremanera el Obispo de acrecentar el decoro de su iglesia y por
cuanto aquella diminuta ara, aunque aumentada por segunda vez, no era
todo lo decente que convenia a tan excelente Ap?stol, consider? piadosa
mente que era un deber agrandar el altar Apost?lico? (i). 0 exponiendo
esto mismo en m?s cortas palabras: ?Cuan peque?o haya sido el altar de
Santiago, para que no parezca que faltamos a la verdad, mejor se enten
der? vi?ndolo con nuestros ojos. Extendi?ndose despu?s el conocimiento
de la fe cristiana, sobrea?adieron los fieles una ara un poco mas grande,
seg?n nos ense?an de modo indudable el testimonio de los antiguos Pa
dres, con las palabras de los fieles y las memorias que en sus escritos nos
dejaron. Y preocupado a?n Gelm?rez en aumentar cada dia el lustre de su
(t) V?ase El Eco Frazzciscano, n?mero 749, correspondiente a t.? de Junio de 1925.
Puse interrogante al nombre del traductor, porque no queriendo mi vecino descubrir el an?ni
mo, no guise tampoco romperlo yo.
?