Dolel(n de la Real ykcademia Gallega 163
sostiene que tiene 64 cent?metros de alto y 20 de di?metro. Las dos pri
meras son de m?rmol, solamente desbastado, y la columna de granito,
algo mejor trabajada que las otras, y al notar esto, se me ocurre si el des
cuido con que estas losas se nos presentan y los desportillamientos que
en ellas se observan, proceder?n de los trozos que de ambas sacaron los
numerosos peregrinos que en pasadas centurias visitaron al Santo Ap?s
tol, pues sabido es el empe?o con que procuran muchos llevarse una re
liquia del santuario que visitan, y los medios a veces no tan legales como
fuera de desear, y siempre perentorios y apenas eludibles, que emplean
para conseguir su intento. Y se nos har? inmensamente mis aceptable esta
idea, si notamos que much?simos de ellos eran personas de medios y de
posici?n tal, que a penas podr?a nadie sustraerse a sus deseos, y los en
cargados de la custodia de estos objetos, no eran ciertamente personas
ajenas a toda seducci?n y sobor`no. Acaso de esa misma manera desapa
recieron tambi?n las dem?s reliquias: el capelo, el cuchillo, las cadenas
que nos cuenta D. Antonio en su Historia de la Santa Iglesia de Santiago,
exist?an hace siglos entre los "recuerdos que del Ap?stol en ella se guarda
ban, pues a todos ellos ofrec?an sus presentes los innumerables peregrinos,
que tantos siglos de todas las partes del mundo vinieron en incontables
turbas a visitar su sagrado cuerpo (i). Y esa fu? sin duda tambi?n la cau
sa de haber desaparecido la mitad de la columna que sostuvo el altar que
se guarda en San Payo. Se conserva esta mitad, porque los monjes la
guardaron entre rejas de hierro. No se las pusieron a la que qued? en la
Catedral y desapareci?, como hubiera perecido la otra, si las rejas no la
guardaran (2).
ser?n aut?nticos esos altares? No parece que pueda eso ponerse en
duda. El de San Payo ha sido siempre tenido por includable altar de San
tiago. Como tal lo guardaron siempre los monjes. Como tal nos lo pre
senta la inscripci?n grabada en la columna que largos siglos lo sostuvo, y
como tal nos lo presenta tambi?n la inscripci?n que en* el haz de su losa
muchos siglos se ley?, hasta que con muy mal acuerdo, consigui? Ambro
sio de Morales que en 16o se borrase. En el altar mayor de la iglesia
que ten?an en la Catedral los monjes de Antealtares, tuvieron esa ara
hasta que D. Diego Pel?ez derrib? la iglesia, para levantar la grandiosa
(s) Historia de la Iglesia Conapostelana, tomo i, pig. 294.
(2) Parece esto indudable, pues al ver la que existe no creo se pueda negat que sea
la mitad de otra: a nadie se le hubiera ocurrido dar a una columna la forma que esa actual
mente tiene: la hubiera hecho cuadrada, o circular o parab?lica... Pero el ser semicircular no
parece pueda tener otro origen que haber dividido at medio otra preexistente. Podemos
enga?arnos at pensar as?, pero asi pens iron mint(); la vieron y no sin fundamento para ellg.