226 Doletin de la Real ycademia Gallega
Y es que D. Florencio Vaamonde, el hombre bueno y cordial, el
camarada afectuoso y amiable, el literato pulcro y atildado, el historia
dor ?ntegro y doct?simo, el poeta siempre exquisito y cl?sico, cuidadoso
como pocos de la pureza del l?aico y de la forma castiza y elevada,
pas? de esta vida transitoria a la vida eterna, con la misma sencillez
que fu? base de su existencia y norma de su conducta, y muri?
beat?ficamente, con la tranquilidad del justo, en el moment() mismo en
que daba a conocer a una familia ?ntima su ?ltima obra gallega, una
novela corta que acababa de escribir y quo se titula Anx?lica.
Esta nueva producci?n que saldr? en breve a la publicidad, sera
seguramente digna de aquellas otras que dieron a su autor renombre y
fauna, porque el Sr. Vaamonde, que pose?a el griego y el lat?n y con
sagraba largas vigilias al estudio de aquellos libros y documentos en
que pudiera haber algo de inter?s para Galicia, contribuy? como pocos
al enaltecimiento y esplendor en quo actualmente se halla el idioma
nativo, consider?ndosele por todos como una autoridad indiscutible en
la materia.
Por eso pertenec?a por derecho propio a nuestra Real Academia
desde que ?sta se fund6. Y por eso sus obras notables y meritorias
han sido un?nimemente aplaudidas y elogiadas por la cr?tica, como son
estimadas y tenidas en su mucho valor por los amantes de la buena
literatura. Y es que quien como D. Florencio Vaamonde supo vivir
consagrado a un ideal, y en elaboraci?n constante y generosa ha
escrito obras tan inapreciables como la Bistoria de la ciudad de
Betanzos, el poema Os Calaicos, la versi?n gallega de las Odas de
Anacreonte, el libro did?etico Resume da Historia de Galicia, las inspi
radas poes?as de M?goas y Follas ao vento, la novela Bestas bravas y
otras que deja in?ditas y que merecen ser dadas a luz m?s que otras
muchas, tiene sobrado y preferente derecho a quo la posteridad le
recuerde y le rinda el tributo de cari?o y de admiraci?n a quo es
acreedor, ya quo el nombre ilustre de nuestro inolvidable amigo y
compaftero pertenece a la posteridad y bien merece que ?sta lo acoja
amorosamente en su regazo, como la Madre Tierra lo ha recogido ya
silenciosamente en su seno fecundo y pr?vido.
No fu? s?lo D. Florencio Vaamonde el literato y el erudito exento
de vanidades y enemigo de ostentaciones, cari?oso con unos, paternal
con otros y fraternal con todos; fu? tambi?n el funcionario p?blico
ejemplar?simo, que hac?a del cumplimiento estricto de sus deberes un
culto y un sacerdocio, sin m?s ambiciones personales que la de dar
satisfacci?n a su conciencia, hasta tal punto, que durante los cuarenta