$oletin de la Real Academia Gallega 207
D. Enrique las villas de Puentes Deume y Ferrol y otras muchas
tierras deste reino?.
Es de notar gue habiendo acaecido el suceso de Montiel en el
a?o 1369, transcurren nada menos que dos siglos hasta que par
primera vez se habla de la intervenci?n del de Andrade en tan san
griento drama.
La anterior afirmaci?n del licenciado Molina, enteramente
gratuita, pas? sin protesta hasta muchos a?os despu?s; y ni
falta quien hubiera participado del error, creyendo acaso con ello,
aomo sin duda lo crey? Molina, a?adir un timbre de gloria m?s
a la casa de Andrade.
Np es admisible lo aseverado por Molina, porque, en primer
t?rmino, la haza?a de Montle' no se compagina con el car?cter
noble y caballeroso que un?nimemente se reconoce a nuestro 116
roe, y porque, en segundo t?rmino, en tanto los cronistas contem
por?neos nada consignan que maneille la honra del de Andrade,
transcurren cerca de doscientos a?as hasty que por primera vez
se le designa autor de la haza?a.
No cabe duda de que Molina, al calificar de ?tan buen hecho?
la supuesta intervenci?n de Fern?n P?rez, pretendi? realzar la
gloria de ?ste, con la misma ligereza que llev? a un autor an?ni
xno catal?n, contempor?neo de los acontecimientos y mencionado
por Zurita en una nota puesta en 1a Cr?nica de Ayala, hasta el
extremo de afirmar que el' aragon?s ?Vizconde de Rocaberti di? un
golpe de la daga al rey D. Pedro, y le transtorn? de la otra parte,
'y el rey D. Enrique estuvo sobre 61 y le m1at? .
Casi Was los historiadores espa?oles y hasta los extranjeros
convienen en se?alar como autor del auxin() prestado a D. Enrique,
aunque no lo afirmen categ?ricamente, a excepci?n del Sr. Lafuen
te, al aventurero franc?s Beltr?n Du Guescl?n.
LFu?, en efecto, Du Guesclin el autor de la traici?n referida?
Cuesti?n es ?sta que no nos compete resolver, aun cuando m?s
bien nos inclinemos .a una respuesta afirmativa. Beltr?n Du Gues
din era, al cabo, un soldado mercenario que a sueldo serv?a a Don
Enrique, como a sueldo le serv?an todos los que formaban en las
huestes del franc?s. Por otra parte, vencedor D. Pedro, todo se
hubiera perdido para el aventurero bret?n. Qu? extra?o, pues,
que ?ste hubiera ayudado a su sefior D. Enrique, para hacerse
acreedor a las mercedes prometidas, las cuales, al fin, acab? por
vender en 240.000 doblas, retir?ndose a su patria?